Estoy aquí a tiempo.
Lo se cuando te miro.
Estoy a tiempo porque a ti nunca se puede llegar tarde, por muy tarde que sea. Estoy a tiempo
en ti mientras siento que debería de haber llegado antes. Antes del polvo y de
que volaran las cenizas. Llegar a ti con la primera ecuación y las faldas a
cuadros. Cuando empezamos a mentir por casa y prometemos que nos ha recogido el
padre de una amiga que no existe.
La vida habría sido más vida.
Pero ahora que
estoy aquí y que en ti nunca es tarde, déjame que te diga que eres el momento
perfecto, por mucho que sienta que no he tenido el tiempo a mi favor. Pero te
tengo a ti, y sospecho que hay pocas cosas mejores que esa. Mandarinas y polos
de limón. Y tú. Tú en tus mil maneras de manifestarte dentro de una vida que se
empeña en simplificarnos hasta el punto de hacernos marionetas infectadas de
pautas que no me interesan. Tú fuera de estereotipos manoseados.
Me has bajado
las bragas entrando por mi cabeza.
Eres arte en esta sociedad enferma, las
manos frías cuando la fiebre del conformismo nos pone contra las cuerdas. Y te
siento latir en tantas partes de mi que a veces creo que te he invitado a que
vengas a vivir; a que te instales entre libros y revoluciones internas. No
puedo prometerte demasiado orden, pero puedo hacerte promesas desordenadas que
te sepan a libertad compartida, y cumplirlas todas para ser siempre el deseo de
tus tartas de cumpleaños.
Te echo de menos todo el tiempo, y eso si que he
debido decírtelo, o lo he pensado cuando dijiste aquello de masturbarnos el
alma o aquel día que hablaste de la lluvia y mi pelo. Mojado. Chorreando. Y de
nuevo sexo. Descontrolado, como pintar con las manos. Eléctricos. Me encienden
tus formas. Y más sexo. Con su ingrediente más secreto. Tanto amor que no te
cabe en el pantalón mientras te escucho latir el pecho.
Boom. Boom. Boom.
Y
volamos este planeta de mierda
por los aires
mientras nos hacemos añicos con
él.
Quiero recogerte a piezas y volver a montarte. Y correrme en lo más
profundo de ti hasta que la palabra ‘’superficial’’ me de arcadas. Vamos a
entrelazar las manos, los dedos, los años, que no sepamos mirar la vida desde
perspectivas distintas. No voy a suplicarte que te quedes, pero mejor no te
vayas, porque he descubierto otro tipo de poesía agarrada con fuerza a los
huesos que tienes bajo la piel; y me muero por besarlos. Así que pienso
quedarme hasta que no nos envuelva carne para seguir queriéndote con la
eternidad que merece el arte.
Sumisión de ojos grandes perpleja
frente a todos
los gestos
que se te escapan sin querer
y me ralentizan los reflejos,
porque
hay cosas que no quiero esquivar.
Cardiopatía de culo bonito, déjame que te
diga que estoy aquí a tiempo porque a ti nunca se puede llegar tarde, y sin
embargo, que pena no haberlo hecho antes. Déjame que meta todas mis creencias
en tu boca para crear una religión que me permita bautizarme en tu saliva y
venerar cada uno de tus pecados más capitales. Conmigo a la cabeza. Y a la
cama. Y a los cientos de sitios que contigo, tienen magia. Tiernamente cachonda
acurrucada en tu pecho, que esta vez suena a tic-tac y vuelve a recordarme que
ojalá hubiese llegado antes. Porque llegar a ti es siempre llegar a todas
partes.
Tienes un jodido mapamundi
anudado a las muñecas
y todo un planetario
en las caderas.
Me hundo en tu pantano y salgo llena de barro; me apetece
casarme con las partes más turbias de ti. Déjame que baje a los suburbios de tu
ser, que me ponga cómoda y me desnude, voy a gemirle al demonio que guardas
bajo la cama hasta conquistarlo, porque todo en mi quiere todo de ti. Quiero
meterte las manos en el pecho y llenarte la caja torácica de explosivos, y
ahora mi amor, quiero que te desnudes tú y me enseñes tus fuegos artificiales.
Pareces una verbena de verano
donde nadie conoce invierno,
y Enero no tiene
hueco en el calendario.
No quiero hacer otra mudanza, después de tus vistas a
Central Park nevado, dime que iba a convencerme. Después de tu sabor a sandía y
tu olor a mar. Quiero parirte de lo más profundo de mis entrañas, envuelto en
mis más inamovibles principios, cogerte entre mis brazos y decirte que, aunque
estemos aquí fuera, conmigo tú siempre vas a estar a salvo. De ellos. De los
otros. De todos.
Y regalarte un planeta
por tu vigésimo segundo cumpleaños.
Y
un trocito de amor transgénico
con forma de pizza.
Para que puedas llevarme a
la boca. Para que pueda deshacerme en tu paladar. He contado la verdad con algo
de prisa, pero a veces tengo ganas de mentir y decirle al mundo que no existes.
Por si otras manos, u otras piernas. Por si alguna más se interesa por tu
hueso. Ya no me siento una parapléjica emocional, y es que aunque a veces
sienta que no he llegado a tiempo, a donde narices voy a ir después de haber
puesto los pies en tu universo. No cabes dentro de la palabra ‘’ultramar’’ y
aunque no quiero aprenderme los trucos, estoy a punto de pedirte que me
expliques tu magia. Me puede esta desidia de no saber cuanto tiempo estarás por
aquí. Ojalá las próximas vidas y todas las sucesivas muertes.
Porque ni
juntando
todas las pecas de este país,
puedo explicarte
lo mucho que necesito
que te quedes.
Aquí. En mi. Callejeando por El Bronx en pleno tiroteo mientras
me siento atraída por tus balas. ¿Quién dijo que había que ser lugar para que
te habiten? Tengo tu hogar cerquita de las ingles, en la parte interna de los
muslos. Te he preparado chocolate caliente y mis lunares tienen electricidad.
Hay a quien nunca se llega tarde, porque a veces llegar, parece ser lo único
importante.
Y aquí estoy,
por amor a ti,
y al arte.
Ingeniosa manera de hablarle con amor y sin tapujos, me encanta la seguridad de ese sentimiento que late en ti, adoro la fuerza con la que trabajas las palabras para hacerlas llegar así, directas y en línea recta.
ResponderEliminarMe ha encantado, bonita!!!
Mil besitos, preciosa.
Ya te echaba de menos.
Hola, buen día, interesante propuesta, creo que más de imágenes consentidas que de palabras descritas, pero para bailar cualquier música puede ser la adecuada..
ResponderEliminarGracias, pase buen día, besos azules..