Las mías.
Llorando a borbotones todo aquello que no te escribo. No
quisiera que supieras que por aquí se coleccionan miedos, que acuno la idea de
que vuelvas y alimento desde mi propio pecho, con mi propia lactancia, los
recuerdos inmortalizados en mi mente, que se vuelve turbia y destila cinismo.
Toda mi habitación es un escenario macabro lleno de vidrios
que me cortan siempre sobre las mismas heridas. Y para curarlas no hay más que
algo de Vodka barato que cada día hace menos efecto.
Hay sombras que discuten en nuestra esquina, y otras que se
despedazan los cuerpos sin vida sobre nuestra cama. Y yo extrañamente me siento
en casa.
Mientras trato de cortar la hemorragia.
Que es el dolor, sino la plena consciencia de querer revivir
una y otra vez aquello que nos obligó a volvernos a parir. A rehacernos con
torpeza.
Esculpiéndonos con nuestras propias manos hasta darle forma
a un amasijo de ramas secas por las que ya no brota la vida. Porque vivir no es
otra cosa que sentirse el corazón.
Y dentro de este pecho ya no hay un solo sonido que me ayude
a coger el sueño por las noches. Así que no duermo, pero ingratamente respiro.
Y vendrán otros comienzos con sus sermones mientras yo solo
escucho mentiras. Que va a decirme una piel que no tiene cicatrices. Unas manos
suaves, un pecho sin espinas.
Bécquer decía que poesía eres tú. Y no hablaba del después de ti. Eres tú. Y si tú te vas, te
llevas el poema.
Me siento mecida y tranquilamente triste por brazos sin
carne llenos de huesos sobre los que se posan luciérnagas. Y titilan con
fuerza, como las luces de las salas de espera. Y me veo a mi misma, sentada en
un hospital, esperando a que alguien me diga que estoy viva.
Y ruedan camillas, y pasan señores. Y nadie me ve, ni me
escucha. Y yo ya no tengo ganas de gritar.
Aguanto la respiración y siento como se me adormecen los
órganos vitales, con la paz que se siente después de haber tenido a todas tus
calles en guerra. No se que hacer sin ti, así que no voy a hacer nada, he
guardado todos los relojes y he cerrado todas las ventanas; voy a estar aquí,
encarcelada eternamente en el día que dejamos de ser.
Y cada veintisiete puedes enviarme flores a una tumba vacía
porque el cadáver sigue deambulando por los recovecos de tu galería de arte.
Era la chica más rubia y más llorona. La piel con más
heridas. La mente más problemática. La inconformista que se conformó contigo.
En esta orilla en la que me has abandonado ya no llegan las
olas ni veo el mar. Estoy tendida al sol con un frío horrible mientras noto
como me hundo en las profundidades de pensamientos que ya no siento como
propios.
Me he vuelto una extraña y reniego de mi compañía. Me corren
por las venas trozos de cristal, áspero, puntiagudo. Y me duelo con la fuerza
de mil historias en las que siempre aparece una muerte. Y alguien que se queda
vivo.
¿A caso no es morir, vivir en una eterna espera? Muere más
quien se queda.
Todas mis articulaciones son de madera. Rígida y tosca. He
perdido todo atisbo de humanidad. Y siento dentro de mi el ir y venir de un
péndulo, una balanza que no se decide. Unas agujas de reloj que no marcan la
hora pero señalan miedos. Un dedo erecto, que me recuerda la falta de sexo y te
señala.
Y el peso de la culpabilidad. Que te he perdonado a ti, pero
no me perdono yo. Y todas las mañanas intento despertarme en otro cuerpo que no
reniegue del movimiento, pero siempre acabo sentada en una sala de espera donde
se dan malas noticias.
Me han subido a planta, a una habitación sin orientación
Sur. Y tengo frío. Y la comida es espantosa. Voy a escupírsela a la enfermera.
Los trozos de cristal empiezan a desgarrarme la piel, y hoy
es veintisiete y he recibido flores.
Y una tarjeta:
''Nadie puede ayudar al que se queda.''
(Ilustración de María Casas. Instagram: Emecocos / Facebook: Emecocos Art)
-Gracias por dejarme un trocito de tu arte.-
Magnifico.
ResponderEliminarMuchísimas gracias!
EliminarYa lo dijeron: "magnífico", y he de solamente, agregarle: "y contundente".
ResponderEliminarQue gusto volver a LERTE Amparo.
Muchísimas gracias Armando! Cuánto echaba de menos compartir letras con vosotros! Que gusto volver aquí! El placer es mío, como siempre.
EliminarUn abrazo!
Me has emocionado porque se siente el dolor y la desolación.
ResponderEliminarMil besitos, querida.
Siempre adoro tus comentarios, porque siento que en lo más profundo del poema, en esa parte que no todo ojo logra ver, nosotras nos encontramos y así es mucho más fácil todo.
EliminarUn abrazo enormemente enorme.