Borra las vacaciones
que no tengan que ver con mis caderas,
con días sin ropa,
con huesos tan bien colocados
que invitan a los besos.
Olvídate de todos los mares
que no te hablen de mis bikinis.
Que no te hagan desear una ola
que me los arranque.
Deshazte de todas las dudas
que no te lleven a mi cama,
y
quédate con las cien auto-excusas
que vas a contarte
cuando me veas preparar
café en la cocina.
Despójate de todos los vaqueros
que no conozco,
y pónselo
fácil a mis dedos,
que se sienten siempre vírgenes en tu bragueta
y los embriaga la torpeza.
Borra de tu vocabulario todas las letras
que no nos nombren
y todos los verbos conjugados en imperfecto.
Olvídate de las faldas de tus ex,
de como asomaban sus
rodillas,
de cuanto tenían que inclinarse
para llegar a rozarte la mejilla.
Deshazte de ausencias sin vestido,
de prórragas sin bragas.
De segundas partes.
Despójate de los años y los daños;
de las heridas que se
abrían con una sonrisa;
de las cicatrices que no sanan
si no son besadas por la
boca que las vio nacer.
Borra las siete vidas paseando por tejados,
buscando colar
la pupila por una de las ventanas
y soñar todas las noches
con el color de un
camisón que nunca has visto.
Olvídate de todo lo que no puedas escribir,
olvida lo que
sentiste cuando lo sentiste todo.
Deja de recordar el paisaje que se divisaba
desde su cornisa.
Deshazte de la música compartida,
de viejas canciones que
suenan mejor
cuando vas dejando caer la ropa
y toda la habitación se convierte
en un campo de complejos abiertos
donde se enamoran nuestros fallos.
Y se follan nuestros errores.
Despójate de los sueños encerrados
en un hostal de carretera
recitando los nombres de los cuatro hijos
que iban a llevar sus graciosos
defectos.
Y ódialos,
odia su marca de nacimiento,
sus lunares,
el color
de su pelo después de una ducha
y la forma de la que siempre arruga la nariz
cuando la visita el sol de Agosto.
Borra el sonido de los portazos
que acabaron con una vida en
común,
y si puedes, y sería un gran gesto por tu parte,
borra todas las reconciliaciones
cuando el pomo de la puerta ha girado
siete cervezas después.
Miénteme y dime que no la perdonaste
porque la camiseta de
los Rolling Stone
no le sentaba como a mí,
y resistirse se hizo posible.
Olvídate de todo lo que deseaste escuchar
y no te dijeron
y
olvida también la colección de palabras mudas
que guardas en la tercera cuerda
vocal.
Deshazte de todo lo que te reconstruyó,
de besos llenos de
cemento,
de manos firmes,
de planos para encontrarte las cosquillas.
Despójate de todo lo que te hizo ruina
y no me hables de sus implacables encantos para
reconstruirte.
Borra la sensación de querer hacerte viejo
entre los
brazos más jóvenes de la capital;
querer hacerte viejo pero lento
y trapichear
con el relojero
que trabaja cerca del chico de la coca,
para que negocie con la
aguja del minutero
la forma de congelarse en medio de un beso.
Olvídate de las veces que has muerto de calor
con Diciembre en el
calendario
y no pongas, como excusa perfecta
de relación fallida,
el frío en
pleno verano.
Todos hemos tenido Julios de bufandas
y Eneros de trajes de
baño.
Porque a algunas personas
les caben las estaciones en la
mirada.
Deshazte de todo lo que querías ser
mientras no pensabas que en ese instante
ya estabas siendo algo
que nunca volvería a repetirse.
A veces después de hoy,
después del después,
no hay más
ahora,
y te arrepentirás de haber sido todo aquello
sin saber que lo estabas
siendo.
Despójate de sus preguntas
y no te preguntes si aun
quieres quererla.
Borra todas las veces
que no ha salido como
esperabas.
Ahora escúchame,
cuando ya no asomen mis pestañas a tus
mañanas,
y no se me muevan las pecas de sitio
con la primera sonrisa;
cuando ya
no esté asomando las pupilas
a tus libros favoritos
y no te recuerden a mi culo
las escaleras de tu casa,
alguien vendrá a decirte:
Borra.
Olvídate.
Deshazte.
Despójate.
Y es en el único momento
en el que espero más cojones que
amor
para decirle aquello de:
hay cosas que no se olvidan
aunque le prohíba a
mi memoria ir marcha atrás.
Y así, en secreto,
con nocturnidad,
te acuerdes de mi cuando
salga del baño
y la camiseta de los Rolling Stone
te devuelva a mi cuerpo.
Qué descuido de mi parte. Sabía que hace días habías publicado tu poema como una entrada de G+, pero por una cosa o la otra lo fui postergando. Aunque hoy me plantee leerlo y aquí estoy, je, je, je.
ResponderEliminarUn poema intenso. Le será difícil borrar, olvidar, deshacer y despojar todo lo que has expresado ya que es bastante y alguna reminiscencia quedará, para bien o para mal.
Me encantó como siempre y lamento haber tardado. Que tengas un gran fin de semana. ¡Hasta la próxima!
Que cierto es eso que dices Nahuel de que siempre queda una reminiscencia... A mi parecer siempre para bien, si el recuerdo es grato, se debe conservar, y si no lo es, no se debe de olvidar para no volver a caer.
EliminarMuchísimas gracias por tener siempre palabras de apoyo para mi, te estoy muy agradecida.