Día 1.
Noviembre decidió
que el cielo más hermoso
de todas sus
mañanas,
tenía que amanecer en ti.
Y ahora todo el calendario
envidia a un mes
que,
antes de ti,
pasaba desapercibido,
como la niña con gafas
de la última fila de clase.
de la última fila de clase.
Día 2.
Los sábados todos los locales
están repletos de infinitas
opciones,
pero no hay un solo día de la semana
que elija otro culo
con el que
compartir el domingo.
Los lunes hueles a rutina.
Los martes despiertas con toda
la vida
(la mía)
atrapada en las pestañas.
Los miércoles sabes a mandarinas.
Los jueves se te cuelan las ganas en mis bragas
y siempre llegamos tarde al
trabajo.
Los viernes te deseo tanto a mi lado,
que paso el día atrapada en tus
caderas.
Y los sábados te elijo cien veces
por cada domingo.
Día 3.
No quiero que todos los caminos
lleven a Roma.
Quiero que
seas Roma
y vengas a buscarme
para recorrer todos los caminos.
No quiero que
todos los caminos
lleven a Roma.
Quiero a Roma en propiedad.
Día 4.
De todo lo que he hecho en la vida,
de todo lo que he
conseguido y logrado,
de todos los recuerdos que contaré
cuando las arrugas
sean evidentes,
el mejor de todos,
sin duda,
fue enamorarme de ti.
Como se
enamora un suicida
de todas las alturas.
Del mismo modo que se enamora un preso
de su libertad condicional.
Día 5.
Un desliz con tus ojos,
un error con tu perfume,
un tropiezo
con tu boca,
un fallo con tus rodillas,
una equivocación con tus formas,
un
defecto con tus modales.
Y te juro que me paso la vida entera
orgullosa de no
hacer lo correcto.
Día 6.
A todas partes contigo.
A todas las partes de ti.
Día 7.
Eres el botón que me abrocha a la vida
cuando nada huele a
poesía.
Eres la mano artista
cuando todo el mundo olvida
que el verdadero arte
no se encuentra en los museos.
Y que no hay mejor música
que un beso.
De los
que no se olvidan
por más que pasen los años,
por más que pasen las bocas.
Eres
cuando yo no soy.
Día 8.
A ti,
en todas tus versiones,
en todos tus enfados,
en tus
eternas contradicciones.
A ti,
en cada uno de los orgasmos,
en todos tus
planes,
en tus malas decisiones.
A ti,
en tu increíble paciencia,
en toda tu
valentía,
en el sonido de tu risa.
A ti,
desnudo.
A ti,
mío.
A ti,
porque te
encuentro en todo lo que soy
y a mi,
porque nadie va a conversar mejor tu
recuerdo.
Día 9.
El tiempo no cura nada
cuando tu locura
se lleva tan bien con
todos los relojes.
Día 10.
Te he dejado en el hueco del sofá una nota:
‘’no quiero
sobrevivirte’’.
Para que sepas que me apetece morirte
por cada una de las vidas
ajenas
que no saben a nada.
Que no tengas piedad esta noche
y dejes que tus
balas me alcancen los órganos vitales
y se apoderen de todo aquello
que he
puesto en subasta
para un único comprador: tú.
Día 11.
Te escribo por todas las veces
que me muero por hacerte el
amor,
pero no hay forma de despistar a los kilómetros.
Día 12.
Y puede ser cierto eso de que
‘’si una puerta se cierra, se
abre una ventana’’,
pero eso no cambia que te siga viendo si me asomo.
Día 13.
Eres la prueba de que la vida no es suficiente,
ni en versos
de Bukowski,
ni en el romanticismo de Bécquer.
Eres la prueba de que la vida no
es suficiente,
ni en cuadros de Monet,
ni en melodías de Mozart.
Y nada será
suficiente
desde que decidiste ser demasiado.
Día 14.
He dejado de asomarme a la ventana
porque dicen las malas
lenguas
que caminas de otra mano
y apartas otro pelo.
Que coges a otra cintura
y te corres por otras rodillas.
Y no soporto que otra anatomía
te borre a
lametones mi recuerdo.
Día 15.
Todos los relojes van marcha atrás.
He revivido tu despedida
y me ha dolido dos veces,
la primera porque te quiero,
la segunda porque aun
sabiéndolo,
no he podido evitarlo.
Todos los relojes van marcha atrás.
Y he
vuelto a sentir un beso.
Día 16.
Hace siete vidas
que nuestros gatos interiores
se dan la
espalda
y nos hemos repartido,
a partes iguales,
todos los tejados de la ciudad
para no volvernos a encontrar.
Día 17.
Me miras desde fuera de la jaula,
pero nunca me abres la puerta.
Se me atrofian las alas
y se me apaga el canto.
Y tú sigues pensando que tienes
una reliquia.
Día 18.
He guardado poesías en una mochila
para mi exilio
sentimental.
Día 19.
Nunca me has pedido que me quede.
Y yo lo sigo haciendo.
Los
tobillos no funcionan en otra dirección.
Me haces el amor siempre
como si fuese
la última vez,
por miedo a que un día te pregunte
si quieres que me quede,
y no
sepa interpretar tu silencio.
Día 20.
Mírame con prisas
porque me se lo de tus pausas.
Bébeme de un
trago.
Cómeme a puñados.
Miénteme tan bien,
que ni siquiera cuando me de cuenta
de que no decías la verdad,
pueda recriminarte lo de tus mentiras.
Ábreme en
canal
y riégame semanalmente.
Quiero que todo en mi,
sea obra tuya.
Día 21.
Hoy te he imaginado contando otros lunares,
y han empezado a
darme náuseas todas las pieles.
Día 22.
Ya se lo de tu lista de cadáveres.
Lo de tu alma de
destrucción masiva.
Lo de tu superpoder reviviendo
a golpe de orgasmo
a
cualquier cuerpo sin vida.
Tus planes de fuga.
Tus conspiraciones.
La forma de
la que tus vaqueros
sabotean cualquier relación estable.
Se que hueles a vainilla.
Y que huyes de las chicas que leen,
que detestas a todas las que escriben.
Hoy
me he presentado: odio los números.
Y bueno,
quizás en otra vida.
Día 23.
Veinte peces me miran desde el cristal.
Se mueven suaves,
sigilosos.
Me recuerdan a ti
cada vez que ocultas tu último error
de falda
corta.
Día 24.
Puede que me sienta algo mejor.
No se nada de ti
y he
recuperado el contacto conmigo misma.
He recordado lo que me gustaba.
Y he
parado justo cuando estaba llegando a mis prioridades
por si me topaba contigo.
Día 25.
No es que sea fácil no pensarte.
Es que lo haga sin darme
cuenta
y cuando me doy cuenta,
que importancia tiene ya un ratito más.
Día 26.
No me haces de hogar.
Ya no eres a salvo.
Ni refugio.
Ni
trinchera.
Ya no eres casa.
Y me siento una apátrida.
Día 27.
He conseguido dormir toda la noche entera.
Te echo de menos
pero puedo dormir.
Te he pasado ahora la responsabilidad del insomnio.
La
consecuencia de que tus ojeras te hablen de mi.
Devuélvemela en unos días,
cuando haya descansado.
Día 28.
Me he aprendido cientos de rutas alternativas
para los puntos
de siempre.
Ahora el camino ya nunca me recuerda a ti,
el problema,
el gran
problema,
es que el destino siempre lleva tus lunares.
Día 29.
¿Para qué lado de la cama solías dormir?
¿Desayunabas café
con leche o zumo de naranja?
¿Sudadera o jersey?
¿Neruda o Cortázar?
Marco tu
número
y descuelgo el teléfono,
tu voz:
‘’no deberías volver
cuando estás a
punto de olvidarme’’.
Y cuelgo.
En el izquierdo.
Café con leche.
Sudadera.
Neruda.
Un mes intenso, diría yo. Je, je, je, je. Me encantó esa forma de expresar lo que se siente día a día en pocas palabras. Amor y desamor; olvido y recuerdo. Un mes y pasó por todo esto y más. Excelente; puede que ésta sea una de tus mejores joyas.
ResponderEliminarQue tengas un buen fin de semana. ¡Saludos!
Muchísimas gracias Nahuel! Es genial que sea uno de los que más te gusten, traté de darle un enfoque un poco distinto y jugar con las formas.
EliminarUn abrazo!
Es un verdadero placer saber que te gustaron.
ResponderEliminarUn abrazo!
Me encanta, estoy enganchada a tus poemas. Tendré que empezar a pasar más por aquí.
ResponderEliminarAbrazos
Muchísimas gracias Carlota, es un regalo saber que te gustan, si quisieras pasar a menudo por aquí, sería más que maravilloso!
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡Precioso!! Qué difícil de olvidar es un amor intenso...
ResponderEliminarQue razón tienes... yo suelo creer que después de un amor de este tipo, hay algo que cambio dentro de nosotros para siempre.
Eliminar¡Sin duda! Y qué difícil es hacerse al nuevo yo sin una pieza del puzzle. Pero, oye, ojalá la vida nos trajera muchos de estos intensos ;)
EliminarUn saludo!
Anda que no, quien no ha querido a alguien de ese modo, igual se evitó caídas y golpes, y noches en vela, pero seguramente, tampoco experimentó esa sensación de que todo cobra sentido.
EliminarUn abrazo!