Quizás si hace tanto que te fuiste
ya puedo empezar a pensar
que nunca estuviste,
porque la verdad es que temo sentir
que toda huida se vuelve espera
si pasado un tiempo,
aun piensas en sus manos.
Y ya no son suaves,
¿verdad?
Otros lunares las han vuelto ásperas.
Y me duele si me tocas.
Se me levantan las escamas
como a una serpiente que no quiere
deshacerse de su piel.
No me queda ni una gota de veneno,
así que ya solo me arrastro por un suelo
por el que ya no paseas tus pies descalzos
en pleno Enero.
El universo no conspira,
Coelho.
No conspira,
y a veces,
ni respira.
O no respiro yo
para que todo se quede quieto.
Que cobarde.
Pero juro que lo desee con tanta fuerza
como tú decías,
y no pasó.
Cuando era pequeña mi madre me decía
que era muy despistada,
y tengo miedo de que quizás,
queriendo pensar en ti,
andaba pensando en otra cosa,
y confundí al universo.
Y joder,
joder.
Si el amor de tu vida es un desastre,
solo te queda la poesía.
Por exclusión.
Y toda poesía no es más
que el desastre de otro
que ha decidido organizarlo
solo para que lo entiendas tú.
Me pitan los oídos mientras una serpiente
se cambia de piel en mi habitación.
Estoy perdiendo el contacto conmigo misma,
en un intento de salir ilesa de todo esto;
he descubierto que cuanto menos hablo conmigo,
menos hablo de ti.
¿Alguna vez has preparado una maleta
con los ojos cerrados?
Ningún viaje duele más
que aquel que se hace sin despedidas.
Si no te despides,
no te reencuentras,
y entonces
¿para que volver?
Nadie quiere regresar a un lugar
sin brazos abiertos.
Todos los vaqueros de la maleta
me sientan fatal.
Y además,
odio estar en silencio.
Me molesta todo el ruido que hay en él.
Estamos en partes tan distintas del poema.
Estoy asustada y no estás,
y creo que es lo único que no puedo perdonarte.
Muero cada vez que se que vives en otra vida
que nunca es la mía,
ni nunca conmigo.
Y muero lentamente para que te de tiempo a regresar.
Y no quiero resucitar,
así que no me beses.
Te rebobino hasta el momento
en el que la ausencia no dolía.
Te rebobino y me anudo los dedos
para no poder pararlo.
Que suenes siempre en la misma habitación,
mientras me hago el amor a mi misma
y me sumerjo en cerveza
para oírme el corazón.
Sigo tropezando contigo
aunque ya no estás,
y doblándote la última camisa
que te dejaste en casa.
La lavo todas las semanas
y la tiendo en la azotea,
a modo de bandera de un lugar sin conquistar.
No
quiero levantarme de la cama.
Ven, túmbate conmigo
y cuéntame cualquier cosa
que no hable de nosotros.
De acuerdo:
había una vez un chico y una chica
que no se conocieron,
que no se quisieron
y que no se perdieron.
Que belleza de poesía, no adoro los temas amorosos pero este esta muy bueno. Si a veces solo queremos estar con esa persona, y no saber me nada.
ResponderEliminarMuchísimas gracias! La verdad es que hacía tiempo que no escribía sobre el amor, así propiamente dicho, y es fabuloso hacerlo después de un tiempito y tener estar calurosa bienvenida.
EliminarUn abrazo.
Estás creciendo, querida Amparo.Un beso
ResponderEliminarMuchísimas gracias Lumino, creo que eres la única persona capaz de percibir el cambio. Que soy yo, pero un poco más de otra forma; y nadie puede ocultar lo que siente cuando escribe.
EliminarUn beso enorme.
Esas últimas cuatro líneas me han dejado de piedra, hermoso.
ResponderEliminarMuchísimas gracias de nuevo Kéllyta, la verdad es que cuando buscáis algo de tiempo para escribirme, me hacéis un pequeño regalito.
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