Metafóricamente
hablando
tienes quince poemas
con los que suelo tener problemas
siempre de
madrugada.
En la cocina
se escuchan platos rotos
pero cuando me asomo,
todo está en su sitio.
Este caos
que juega al despiste
y se ríe tan fuerte que me despierta
cuando estoy a punto
de soñarte.
Así que
sueño poco y mal.
Y más mal
que poco,
la verdad.
Además,
por mucho
que suba el volumen de la radio,
de fondo siempre se escucha el sonido
de algo
que se rompe.
Y escupo uno
a uno
todos los trozos de tu vajilla,
pero nunca los tiro,
porque aun pienso en
enviarte
una cutre invitación para cenar.
Metafóricamente
hablando
se te escapan melodías
de la quinta cuerda vocal,
aquella que te has
anudado
para no pronunciar mi nombre.
Mientras yo abro las piernas de par en par
pero nunca doy un abrazo.
Ni me despido con cariño.
Ni me
despido de ti, cariño.
Me sobran
todas las camas
por las que pasear semanalmente,
pero aun así,
me meto en
ellas;
porque no todo lo que sobra
no se hace
ni todo lo que falta,
se
hace.
Así que ando
del revés
pero prometiéndome que voy hacia delante,
que a veces me pongo muy
pesada,
y suele ser más rápido mentirme
que escucharme.
Y
cuatrocientas veintitantas mentiras
tampoco son tantas.
Metafóricamente
hablando
me recuerdas a algo que no recuerdo,
pero que me mata de pena.
Quiero el
traje negro para el entierro
y que abras el ataúd y te metas dentro.
Me debes
treinta y cinco vidas,
y esta ciudad se está quedando sin gatos.
Quemamos
todos los tejados
para no encontrarnos
y evitar la tentación de follarnos
a esa
altura.
A estas
alturas que nos separan ya
suficientes intentos para darme por vencida.
Pregúntale a
mis ojeras
si están contentas contigo.
¿Cuántas
terceras personas ha habido
en nuestro segundo intento?
Y todas como
armas arrojadizas
y teorías evolutivas
sobre lo que debe ser el amor
y no es;
sobre lo que deberíamos hacer
y no hacemos;
sobre gemidos ajenos
que amordazan
a los propios.
No somos,
pero estamos.
Y estamos
porque somos.
Aunque no
somos suficiente.
Metafóricamente
hablando
pareces la poesía más bonita del mundo.
Pero claro,
metafóricamente hablando,
dime tú,
que no parece poesía.
Amparo, quiero que me eseñes a trenzar palabras como lo haces, sin dejar nudos que luego duelan al peinarse.
ResponderEliminarAy Juan, pero si tú ya lo haces de maravilla.
EliminarHay veces en las que empiezo a leer algo tuyo, de un tema concreto y pienso: no, no, no, de esto es imposible que salga poesía.
Pero siempre lo consigues.
Son pocos los seres humanos que reinan sobre las palabras, que las dominan como si las hubieran inventado ellos, que les dan formas y contenidos que los demás jamás hubiéramos imaginado, que las hacen reír, llorar, bailar y saltar.
ResponderEliminarCelebro haberte encontrado.
Muchísimas gracias Alberto, yo si que celebro que me encontréis, pero porque creo, que sin todo esto que me decís, sin el apoyo, sin saber que me leéis, sería imposible darle vida a esto.
EliminarUn abrazo.