jueves, 12 de noviembre de 2015

Nos vendo y me compro.

He colgado mi número de teléfono 
en la parte derecha de la ventana de la entrada.

He girado el pomo de la puerta 
y he arrastrado los pies al interior de nosotros mismos.

Cierro fuerte los ojos 
y escucho el teléfono. 
Te imagino al otro lado, 
llamando cuando estás a punto de correrte 
para que mi voz te de el último empujón.

Un suspiro y se corta la línea justo cuando recuerdas 
que tú no eres tan valiente.

Cuelgo. 

Es la quinta vez esta semana 
y aun no me has dicho que me echas de menos.

O que me echas muchos menos 
de los que te gustaría.

Ahora veo a una niña correr, 
con un camisón azul, 
y recuerdo que lo primero que le he pedido 
a mi nueva yo, 
son vistas al mar.

La niña juega y se ríe, 
y me señala y me pide que vaya, 
así que la sigo hasta la segunda habitación; 
en ella hay un monstruo enorme 
que me guiña un ojo 
y se la traga del tirón.

La niña de tus ojos ha sido devorada 
por tu demonio interior. 
Y tenía mi pelo.

Se enciende solo el equipo de música 
y suena algo de Sabina, 
mientras todas mis faldas desfilan 
en otras piernas.

Queda droga en la mesa del salón 
mientras trato de desabrocharme los zapatos 
y de correr al baño 
para vomitar una a una 
todas las bolas de pelo que se me han hecho 
de lamerme las heridas 
desde que no me ronroneas.

Te enroscas en otros tobillos 
que no tienen ni idea de cual es 
tu comida favorita, 
pero de madrugada todas las manos, 
son manos amigas.

Así que le lames los dedos 
hasta borrarle los nudillos.

Después me aprietas el cuello, 
jurándome que me resucitarás 
cuando estés preparado 
para quererte más de lo que te quiero yo.

Me cuentas las pecas en voz alta, 
como si fuesen ovejas dentro de un sueño 
del que quieres despertar 
pero al que siempre intentas volver; 
como quien trata de salvar justo aquello 
que acaba de matar.

Tiras el revolver 
y metes mi cuerpo en el congelador; 
me pides perdón cada vez que te acercas 
a por algo de hielo 
para una de esas citas 
que fingen follar por exceso de copas 
y que solo te dejan que las llames putas en la cama.

Te veo ahora pasear de un lado a otro del pasillo, 
nueve baldosas a la izquierda y nueve a la derecha.

Nueve.

Las mismas letras que mentiroso.
Mentiroso.
Mentiroso.
Mentiroso.

Y cruzas la puerta 
porque sabes vivir sin soportarte 
pero no sin que te soporte yo.

Los jarrones están por el suelo 
y las fotos son pequeños montones 
que jugaron con fuego 
en un rincón de la habitación.

Donde hubo llamas quedan cenizas, 
si, 
pero frías.

Abro la ventana y dejo que vuelen, 
te veo huir con el primer soplo 
y te grito que eres un maldito cobarde.

Nuestra historia redonda 
que siempre nos hace aterrizar 
en el mismo lugar: 
yo siempre llego primero 
y soy la última que se va.

Maldito cobarde, 
de nuevo.

Ahora te veo tendido en el sofá, 
con tele basura y cientos de latas de cerveza 
que te huelen a mis bragas y piensas:
‘’Pero esta noche la copa no es conmigo’’.

Ni con tus vaqueros, 
ni con tu bragueta, 
ni con tus orgasmos jurándome 
que mañana vas a empezar a ponerte digno 
y no borracho, 
y yo te abrazo, 
porque te quiero muchas veces, 
pero cuando mientes, 
lo hago más fuerte: 
amor 
al 
arte.

Cruzas todas las tardes la calle 
pero ya no levantas la mirada hacia la ventana, 
y eso que me paseo desnuda.

Hace tres días nos encontramos 
en el supermercado, 
en la sección de congelados, 
como lo nuestro; 
no nos saludamos.

Así que cuídate, 
por si dudabas.
Y duda para no curarte nunca del todo.

He colgado mi número de teléfono 
en la parte derecha de la ventana de la entrada.

He girado el pomo de la puerta 
y nos he puesto en venta, 
a cualquiera.

Y me he traído de vuelta, 
aunque me haya salido caro, 
me he comprado a mi misma 
y no pienso pedirte permiso 
para invitarme a un café que se alargue 
y termine en un centenar de copas.

Ni siquiera para desnudarme 
y meterme en la cama.

Que si tu hueco está frío, 
siempre puedo dormir estirada.


El teléfono de nuevo, 
descuelgo: 
‘’córrete solo, 
como el día que corriste de mi 
y no conmigo’’.

4 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Empieza a gustarme mucho encontrar tus comentarios, saber que te gusta, es más que genial, y créeme que si lo es, es porque se como escribes tú.

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  2. guauuuuuu.....me encanta...me encantas....no encuentro el telefono???....jajajaja....gracias por compartirlo....meejor dicho..escribirlo¡¡..besos

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    1. Jajajaja a mi me encanta que busques un huequito para leerme y para decirme que lo haces, me da fuerzas y empujoncitos en cantidades industriales!

      Un abrazo!

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