Me dolías.
En casi todas tus versiones.
Pero desnudo,
me
atravesabas de punta a punta
el instinto de supervivencia.
Me descosías con precisión y paciencia,
como aquel que
disfruta siendo el detonante;
y que usa el sonido del estallido
para coger el
sueño todas las noches.
Unas manos me aprietan el cuello,
y la falta de oxígeno me
sabe a reminiscencia.
Correr de ti siempre es ir despacio,
deseando que me
alcances.
No se muy bien hacia donde vamos
y he olvidado de donde
narices venimos.
Pero se donde quiero quedarme :
a dos pasos de esa caja de
explosivos
que tienes en el lado izquierdo del pecho;
con los tímpanos
enamorados
de ese ‘’tic-tac’’ amenazante.
Y que mas da
si de reloj o bomba,
si para el caso
viene a ser lo mismo.
Después nunca es síntoma de mejora,
por mucho que todas esas
caras conocidas
me digan que solo es cuestión de tiempo.
Y no.
Es tiempo de cuestión.
De cuestionarse de que manera
vamos a ver el vaso:
medio lleno,
medio vacío
o jodidamente roto.
Y jugar a pasarnos los cristales por la boca,
masticándolos,
que nos crujan los dientes
como si comiésemos arena
de todas las playas por las
que no hemos paseado.
Después habrá alguien
que nos defina como poesía
y tu falta
de cojones
sonará terriblemente poética,
así que enhorabuena.
Chico conoce a chica.
Chica conoce a chico.
Se enamoran sin
la aprobación
de sus familias.
Y todo termina en un trágico desenlace
en el que
mueren los dos.
Y nosotros lo calificamos
como la mayor historia de amor.
Si Shakespeare hubiese conocido
la facilidad que tienes
para
preñarme de intenciones;
para hacerme morder el polvo
después del polvo;
para
que me duelan las rodillas
de rezarle a tus demonios,
hoy serías el hijo de
puta más sexy
de la literatura inglesa.
Así que me dueles, claro.
Como una cardiopatía
que se
combate con borracheras.
Con cuellos ajenos que se mueren
porque el desamor me haga
mucho más puta que guapa.
Pero desnudo me recuerdas a un revolver
al que siempre le
queda una bala,
y yo,
vestida de diana,
suplicándote que dispares,
mientras tu
próxima cita tararea
una canción de Serrat que acaba de aprenderse
en un
intento de hacer que te quedes
después de haber sudado todo
lo que no puedes
olvidar.
Voy a conocer a otro que huela a whisky
y a manía de
arrancar la ropa
en el primer encuentro.
Y a otro que sepa de Bécquer
y que me
de ganas de bragas rosas.
Y posiblemente a otro al que enamorar
en dos
conversaciones sobre filosofía
y cine en blanco y negro.
Y me dolerás en cada uno de ellos.
En todo lo que te pareces
a personas
de las que nunca me enamoraré.
Y en todo lo que no tienes que ver
con todos aquellos de los que trato,
desesperadamente,
de enamorarme.
Un toma vida y dame muerte.
Un aquí y ahora con matices de
pasado.
Un o tú o yo por el que nunca me termino de decantar.
Nihilista de todas las auto-teorías
que derramas en otras
bocas
sobre el porque no crees en el amor.
Pero crees en mi,
y eso nunca lo dices.
Todo tú me dueles,
pero desnudo me desgarras
como el primer
cigarro de la mañana
después de una noche de sexo
con alguien que no conoce
cuantas costillas necesito que me besen
para dedicarle un solo latido
a esta
tonta idea de que puede
que me recupere.
Me preparo un café que detesto
y hundo los dedos en la taza
hasta que me quemo.
Y los beso.
Quien te hiere puede curarte,
si quiere.
Pero quien siempre te cura
nunca hiere adrede.
Quien te hiere puede quedarse o irse,
si quiere.
Pero quien te cura debe quedarse,
siempre.
Excelente, muy bueno!!!
ResponderEliminarMuchísimas pero muchísimas gracias!
EliminarJoder, sencillamente soy tu fan.
ResponderEliminarAy Juan, gracias pero que muchas muchas gracias!
EliminarUn texto rebosante de fuerza y sentimientos de esos que no pueden ni deben contenerse. Un huracán de palabras que cuentan una historia que engancha. Me ha encantado, Amparo!! :))
ResponderEliminarCreo que desde hoy yo también voy a ser tu fan jajajajaja.
Un saludo!!
Muchísimas gracias Julia! Pero la gran mayoría de fuerza que tiene un texto, al menos al cincuenta por ciento, es de los ojitos que lo leen...cuando alguien tiene un alma desgarradora, pone pasión en todo lo que hace, incluida la lectura.
EliminarEres más que bienvenida!
Un abrazo enorme.
Genial es este poema, con una fuerza y viveza que hacia tiempo que deseaba eschuchar. Muchas gracias, saludos!!
ResponderEliminarAy Sergio, miles de gracias! Como siempre suelo decir, yo lo escribo, pero sois vosotros quienes les das vida, y voz, y movimiento.
EliminarAsí que el agradecimiento siempre es hacia vosotros.
Un abrazo!
Que bueno, Amparo. Me encanta cuando eres tan rotunda y la la vez pones tanta poesía en tus escritos. Me alegro de tu éxito. Un saludo y fuerza para tus estudios.
ResponderEliminarSalvador! Hay algo en ti, que siempre que te leo y tengo noticias tuyas, me hace sentir bien.
EliminarComo siempre te he dicho, fuiste uno de los motores principales y necesarios para dar el salto y tratar de que lo que escribo fuese más conocido.
A lo de rotunda y poética, si, a veces parece que lo que no suena tan elegante o aquello que suena más contundente o incluso algo malsonante, no puede estar relacionado con poesía... Pero la poesía no es más que vida, y la vida a veces tropieza, pierde las bragas, se raspa las rodillas y llega despeinada, y llora y maldice; así que no expresarlo así, es quitarle al asunto altas dosis de vida y por ende, de poesía, ni más ni menos.
Los estudios, ay, me traen de cabeza!
Mil abrazos.