Se le mueve
el pelo suave,
despacio,
aunque fuera haga un viento de mil narices,
y se le
engancha a las pestañas,
más pobladas que nunca,
porque ya no le va eso de
pedir deseos.
De soplar
sí.
Sopla tus cenizas
cada vez que parece que vuelves a encenderte,
y que coges
vida
dentro de una habitación
que huele a cementerio.
Se ha
tatuado una cruz del revés
bajo el pecho izquierdo,
en honor a sus demonios.
Deja los
zapatos
siempre lejos de la ventana,
porque no le gusta recordar
lo fácil que
resulta escapar.
Se le ha
jodido la calefacción
y Sabina suena en un rincón
al que no llega el frío.
No sabe
decidir que libro empezar a leer
de aquella vieja estantería de mamá,
así que
termina por leer varios a la vez.
Ha vuelto a
mentir sin mencionarte
y a decir la verdad sin recordarte,
y cree que es
suficiente logro esta semana.
Su psicólogo
le mira la falda
y le pregunta cuando fue la última vez
que no pudo dormir.
Cruza y descruza las piernas.
‘’Hace dos
noches.
Pusieron en televisión
una de esas películas de domingo
aunque era
jueves.
Los domingos siempre me recuerdan a él.’’
Le da cita
para el día siguiente,
aunque sabe que no la necesita.
Pero ella y su falda,
y
la forma en la que se toca las rodillas.
Hay algo en
sus pecas
que consigue que se salte
el juramento hipocrático
y desee que nunca
termine de curarse del todo.
Luego llega
a casa
y se masturba pensando en su boca
que siempre habla de otro.
Habla inglés
desde los seis años,
aunque coquetea con el francés
desde que su abuela le
tarareaba
‘’La vie en rose’’.
Tiene buen
perder
pero no te olvida,
aunque los sábados mueva el culo
como una prostituta
de polígono industrial;
lo cierto es que suele volver a casa sola
repasando de
memoria todos tus defectos.
Se desnuda
frente al espejo del baño,
se recoge el pelo
y se promete que ya no va a
prometerse nada,
porque es lo único que puede prometerse a sí misma.
Recibe
mensajes de madrugada
de paquetes que la buscan por la pista,
mientras vomita.
Luego lo
limpia todo,
porque su yo de mañana va a regañarle.
Sus ojos
enormes cuando se abren,
me recuerdan a una salida de emergencia
que se cierra
justo cuando estás a punto de cruzarla,
mientras ella se ríe a carcajadas
y te
dice entre besos que ya nadie pasa.
Ni con fuego
en la sala.
Que no le
importan los muertos sentimentales,
ni los cadáveres amontonados,
que se siente
como en casa.
No es de las
que te matan,
pero cuando quieres darte cuenta
eres tú quien se apunta con el
arma
mientras ella se desnuda frente a ti
jurándote que será la última vez que
la veas,
y te explica que para verse a ella misma,
a veces todos tienen que
dejar de mirarla.
Así que una
y no más.
Y todos tus sesos esparcidos en otras camas
que se parecen a la de
ella,
pero que no.
Que una y no
más.
Puede
ponerse humilde
y decirte que no es la mejor usando la boca
para llevarte al
despiste.
Hay quien
dice que cuando alguien
se para a preguntarse si está enamorado,
es que ha
dejado de estarlo.
Ella dice
que cuando te paras a preguntártelo,
estás muerto;
de los que se entierran
ellos solos
si les prometen que les está esperando
con las piernas de par en par
en su
infierno particular.
Y rezas.
Por
si acaso.
Hace fuera
un viento de mil narices.
Pero a ella no se le levanta la falda.
Que puto
frío.
Ha jurado
que es el día perfecto para olvidarte,
y ha llamado a su psicólogo.
‘’Tengo el
ombligo
mucho más bonito que las rodillas’’.
Como siempre genial, pero la conclusión me ha gustado sobremanera. Un nuevo personaje para tus historias: un psicólogo voayeur. Muy bueno, Amparo, muy bueno, cada vez mejor. Voy a volver a leerlo. Besos.
ResponderEliminarHace unos cuantos textos me dijiste que algo en lo que escribía había cambiado, y tenías razón, y como no se si te lo dije antes, quería hacerlo ahora; no sabes lo sorprendente que me resulta ver que te percataste de ello, porque no ha sido un cambio drástico, ni algo que se aprecie a leguas, pero tú lo viste.
EliminarAhora el abanico de ''cosas para escribir'' se ha ampliado, quizás porque me encuentro mejor, a pesar del montón de cosas que tengo que hacer y de la falta de tiempo, de sentir que estoy hiperactiva y de no terminar nunca de dormir bien; de la carrera, del último año, de preparar máster, de necesitar nota... jajaja estoy versión ''torbellino'', pero me siento mejor.
Algo en mi se ha encauzado en una buena dirección, aunque no sepa ni tan siquiera cual es, y dentro de tanto ajetreo, siento paz; supongo que para un ojo hábil, se puede apreciar leyéndome, aunque los textos no se salgan mucho de lo que suelo escribir.
Ya me has demostrado la habilidad de tus ojos, y es que, como decía siempre mi abuela: para ser un buen escritor antes has tenido que ser un gran lector.
Tú eres las dos cosas.
Un abrazo enorme.
Me has hecho sonreír. Veo esa juventud llena de más años vividos o de vida llena de años, osada, rebelde y frente a ese espejo que nos censura a todos los seres humanos, pero no debemos olvidar que todo cuando decimos es porque es así de honesto. Que la vida no es un invento si no eres auténtica y ella nos empuja a ser parte de que le gusta llenarse... de Vida. Un saludo y sigue siendo auténtica. Buen Año 2016 refresque los labios que oxigenan la realidad de cada día.
ResponderEliminarMuchísimas gracias A. Elisa, de veras, por ver autenticidad y rebeldía, sobre todo porque para mí son dos cualidades extremadamente importantes para avanzar, en esto y en todo, y saber que las vislumbras me hace sonreír a mi.
EliminarUn abrazo.