He contado a tientas
cuantos pasos separan tu casa de mi
falda,
y las cuentas nunca dan el mismo resultado.
Quizás por eso me declaré poesía
y dejé a un lado todos los
números
que no eran capaz de encerrar las cientos de veces
que mil motivos no
eran suficientes.
Para quedarte o para marcharte.
He desayunado con tus dudas un café tan amargo,
que supongo
que en comparación,
todas las despedidas me parecen dulces.
Y si encuentro miel en el sonido de unos pies
que no
volverán hasta el siguiente recuerdo suicida,
entonces estoy tan perdida
que no
me encontrarás por muchos versos
que lleve cogidos a las muñecas.
Vivo al compás de otras políticas
encerradas en parlamentos
de piernas largas
donde se compran votos con tu nombre.
Se te rifan la bragueta.
La de aquel vaquero que lleva en la etiqueta:
‘’a todas partes contigo, a todas las partes de ti’’.
Y te quiero aun en otras manos.
Y te quiero por mucho que te
juegues la boca
a que esta noche algún escote
no te recuerda a Noviembre,
y
acabes malgastando los labios por otras rodillas
sin importarte que has perdido
la apuesta
y que de vuelta a casa,
vas a tener que vértelas con el calendario.
Que el invierno no perdona
por muy bien que te queden los
trajes de baño.
Y ahora voy a descubrirte el secreto de todo esto:
no hay
poesía perfecta,
y si pretendes que lo sea para poder follarte el corazón,
siento decirte que en tu caja torácica
va a hacer más frío que en toda Siberia.
Y no voy a dejar que vengas a dormir bajo mi puente:
aforo
lleno.
Todos los suicidas han venido a hacer el amor con la vida.
Me abro en canal para que escuches mejor como late,
a ver si
el ritmo te recuerda a alguna de aquellas canciones
que te hacen sentir a salvo,
y relacionas mis costillas con tu hogar.
Y te quedas a vivir.
Que se que esto es un mundo de cuerdos,
y que me he
equivocado de época,
pero no existen las casualidades perfectas,
y nunca nadie
atina con el regalo del primer aniversario.
Pero no me preocupa que ya nadie grite sus ideales
si no hay
dinero de por medio,
ni siquiera me preocupa que todos hayan olvidado
que está
permitido ser cursi un par de veces al mes;
que el aspecto físico es importante
pero que si no hay dentro alguna historia
que despierte las ganas de besar tu
pasado,
el color de tus ojos siempre será opaco;
no me preocupa siquiera
que la
Iglesia siga respirando
cuando hace siglos que Nietzsche acabó con ella,
porque lo cierto,
es que mis órganos vitales se siguen activando
en todas tus
guerras
y se han vuelto expertos en quitarse las balas del costado
y guardarlas
en la caja de debajo de la cama donde pone:
‘’Todas las veces que te sobreviví’’.
Y que siempre quede otra,
porque en algunas ocasiones
hay
que morir repetidamente para sentirse vivo.
Y sí, se lo incongruente que resulta,
pero cielo,
bienvenido
a la poesía.
Por suerte, la poesía sí puede llegar a rozar la perfección. Supongo que no hay un record establecido como si la poesía apareciese en el Ginness, pero a veces un solo verso, un poema de Neruda, una imagen, un cuerpo (iba a poner, de mujer) o una sonrisa, parecen poesía perfecta. Tú misma, a veces, te acercas mucho a ella. Un saludo, querida Amparo.
ResponderEliminarLa poesía suele ser perfecta cuando unos ojos quieren verla así, y es que a veces lo imperfecto tiene ese halo de perfección que te hipnotiza... Muchas gracias Salvador...Me has hecho sonreír cuando me has dicho eso...Aunque esté muy lejos de serlo.
EliminarMiles y millones de saludos, poeta.