La intensidad de tus ojos
era como habernos encontrado
al
borde de un precipicio,
mirando al vacío de todo
lo que no podíamos ser
mientras la vida nos empujaba por detrás con delicadeza.
Porque por muy puta que sea a veces
siempre resulta
elegante.
Sabes que habría saltado al vacío
a no ser contigo, a no
ser…pero contigo.
La forma en que tu voz cortaba el aire
y me rozaba la
mejilla,
era lo más parecido a un beso
pero sin saliva.
Había noches en las que la Luna no salía
y en la oscuridad
me contabas
las historias de tus cicatrices;
algunas de ellas con forma de
corazón.
A veces nos olvidamos
cuanto de intensas resultan las vidas
humanas.
Cuantos cuerpos han tocado unas manos
hasta desgastarlos.
Cuantos fracasos caben en una pupila.
Cuantas batallas han librado unos pies
o
contra cuantos kilómetros han luchado unos latidos.
Son las cicatrices las que nos recuerdan quienes somos
aun
cuando el pasado se vuelve turbio
o cuando perdemos la valentía para
recordarlo.
Y se nos caen los cojones
cada vez que nos viene a la nariz
un olor
o a las manos un tacto, a la piel otra piel
y al futuro un recuerdo.
Hay noches en que la vida se hace océano
y sientes como
tus pies no tocan el suelo.
Todo es una masa de agua
en la que flotan las
cientos de oportunidades
que dejaste escapar, los errores,
las canciones
prohibidas, los párrafos negados.
Se te mojan las esperanzas y el pelo
con la misma rapidez
y
todo parece pesar el doble.
No hay cantos de sirenas
ni trajes de baño que te sienten
bien en ese momento.
¿Nunca habéis sentido ganas
de quedaros a vivir en medio de
unas palabras?
De un ‘’te quiero’’
de un ‘’no te vayas’’
quizás hasta de
un ‘’hasta mañana’’.
Quedarte a vivir en cada una de las letras
que forman sus
huidas,
en silencio por si escuchas unas pisadas
que anuncien su regreso
y
tienes que ponerte rápido
el vestido de los besos.
Andamos siempre fantaseando
con la inmensidad del universo,
del infinito o de lo eterno
y no caemos en la cuenta
de que no hay nada más
grande
que todo lo que guarda una vida.
Los cientos de aeropuertos
escondidos en el
cuentakilómetros
que te llevaron a una despedida o a un reencuentro.
Los hospitales que vieron nacer
la mezcla perfecta de unos
genes
o fueron escenario del silencio de muchos corazones.
Las rupturas con aquella persona
de la que aún conservas el
olor o el sabor;
y que aíslas en aquella parte de tu memoria
que visitas un
domingo al mes;
la ves ponerse el vestido y sonreírte
mientras baila al ritmo
de canciones
que murieron cuando murió el amor.
Todos escondemos en cada poro de nuestra piel
aquello que
somos.
Y ojalá algún poro de la tuya
te diga que eres mío.
Y vuelvas.
Vuelvas porque te espero
y hacer esperar a una
señorita
rompe con el protocolo.
No se donde he guardado el corazón
y quería saber si cuando
vengas
puedes mirar si lo dejé encima del armario
y acercármelo,
que lo
escondí cuando empezó a quedarse a dormir.
Tengo la absurda manía
de no querer que me roben lo que es
mío.
Y ahora no lo encuentro.
De la misma forma que perdemos al otro par del calcetín.
Se me ocurrió pensar que a lo mejor
lo tienes en tu pecho ¿puedes mirar?
Y si lo encuentras,
dile por favor que vuelva,
que se está haciendo
tarde para empezar de nuevo
y empieza a molestarme tanto silencio.
http://artdissolutions.blogspot.com.es/2014/07/vida-poema-de-amparo-iglesias-luque.html
ResponderEliminarno tengo palabrashttp://poeticacrapulistica.blogspot.com.es/2014/07/vida-d-amparo-iglesias-luque.html
ResponderEliminarMiles y millones de gracias.
EliminarAmparo.