Dicen que un alma joven
no se llena de recuerdos
sino de
esperanzas.
Pero como todo lo que dicen
(salvo lo que habla de tus ojos)
no es del todo cierto;
porque en mis recuerdos
te bajas los mismos pantalones
de siempre
y eso no hay huevos de olvidarlo.
Pero en mis esperanzas
te bajas otros distintos.
Unos
pantalones nuevos.
Desgastados, rotos, sin demasiada forma;
como nuestro último
beso.
Dicen también que mirar hacia delante
es necesario para
olvidar.
Pero es que cuando desvío la mirada hacia atrás
me
encuentro con tu culo
y no hay para eso competencia en el mundo;
por más
prometedor que sea el futuro.
Dicen que ya es hora
de empezar a esquivar los golpes de la
mala suerte
y buscar una trinchera, aunque sea en otra cama;
pero no puedes
pedirle a un suicida
que te hable de la vida
o a un kamicace que deje de
alimentarse de catástrofes.
Quiero quedarme en ti ¿de verdad no tienes hueco?
Si me dejas coserte las heridas desde dentro
igual ya no
vuelven a abrirse cuando te topes con mis ojos
y podemos empezar de nuevo
como
si no nos conociéramos;
que yo por volver a llenarme el metabolismo con tu
droga
no me importa cuantas veces
seamos protagonistas del mismo final.
Dicen que podríamos hasta reconciliarnos
y aunque suena
tentador y reconfortable
no quiero acomodarme en un sofá que hable solo de
rutinas.
De citas en el dentista.
De anécdotas que han perdido la chispa.
Me gustas más enfadado.
Celoso del chico que mira desde el
pasado.
No quiero perder las ganas
de llenarte los miedos de saliva
a cada segundo;
es mejor que no te conviertas en calendario
que no te rindas a
lo evidente que sería
verte llegar a casa todos los días a la misma hora
y
prepararte una comida
sin tiempo para pensar en los orgasmos.
Prefiero que te cueles entre mis ‘’se acabó’’
y me hagas el
amor.
Y rompernos una vez
por cada domingo que tiene un mes.
Dicen también que después de tenerte hay vida
y me gustaría
saber que es para ellos vivir.
¿Respirar? ¿Caminar? ¿Dormir?
Que todo es respetable
pero me gusta más cuando nos
faltamos al respeto.
Como bestias.
Dejándonos seducir por el placer de los
instintos.
Sin planes, sin objetivos, sin metas.
Que si tú dices que me sobra la ropa
yo saco el armario de
mi habitación.
Dicen que hay que evitar vivir
con el alma al borde de la
rendición;
pero a mi me gusta asomarme al precipicio
y verte mirarme desde
abajo.
Que le voy a hacer
si lo que más me gusta de caer
es
revolcarme contigo por el suelo.
Y podemos cometer un arsenal de fracasos
pero ojalá todos con
tus ojos.
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