lunes, 9 de mayo de 2016

Historia de un sí.

No se muy bien
por donde empezar
la historia del sí.

Recuerdo haber dicho
sí a tus ojos,
a tus vaqueros rotos,
a tus manos en mi cintura
bailando al ritmo
de cualquier incendio.

Si a mis bragas
por el suelo.
El tuyo.

Al café en tu cocina
y a coserte la camisa
para aquella entrevista
tan importante.

Si a volver
a afrontar miedos.

Si al ''una y otra vez''
de tus dudas.
A tener siempre
los brazos abiertos
y a conservar el sur
entre las piernas.

Si a la medicina
de tus regresos
y a la esquizofrenia
de tus continuas
e impredecibles huidas.

Si a vivir
en la misma ciudad
que tus ex,
porque el mundo
no es tan grande;
y si a dejar el cepillo de dientes
en tu casa,
quizás para que lo use cualquier otra
a la que has convencido
de haberlo comprado para ella.

Si a compartir contigo aquellas canciones
que Sabina había cantado para mi;
a dejar que mirases lo que escribo
aunque estuviese a medias;
y sí a dejar que me las rompas,
las medias, digo.

Si a deshacerme de mi memoria
y follarnos como si el mundo
se hubiese creado hoy,
a los pies de tu cama,
para que nosotros lo destruyéramos.

Si a tu privado apocalipsis
y a meterme en tu jaula voluntariamente;
a gritar entre rejas
que la libertad no es tan importante
si estás atada a la cama adecuada.

Si a que cambiaras de opinión
y a dejarme convencer en cada una de ellas.

Si a leerte poesía
mientras te acariciaba el pelo
hasta hacerte olvidar quien eras,
y sentir paz.

A cada uno de tus demonios
y a todos tus fantasmas;
a las noches en vela,
a tus disculpas,
a tus regresos.

Si a todas nuestras oportunidades.

Si a las caídas
y a los golpes,
a tu perfume
y a aquella madrugada
en la que me dijiste
que me querías.

Si a que lo olvidaras
y a recordarlo yo.

A aquellos finales
que sabían a reminiscencia,
al condenado bucle
de tus incertidumbres.

Si a quererte más
de lo que te quieres tú;
a los relojes parados
en medio de todas las cocinas
en las que me habías hecho el amor.

Si a tus calcetines de invierno,
a la fiesta interminable de tus orgasmos
y a todos los veranos
en los que parecía(mos) posible.

A las poesías que hablaban de ti;
si a Paulo Coelho y a pedirte al universo;
a Bécquer y a todas las golondrinas
que no sabían encontrar nuestro balcón;
si a Neruda y a que solo el amor
nos salve de la vida;
a Cortázar por dejarnos estar
distantemente juntos
y a Bukowski que nos mató
a golpe de encontrarnos
y querernos mucho y mal.

Si al momento equivocado
y al transcurrir de los días
sin tu voz.

A esta guerra tuya
y a este perder mío
en todas las batallas
en las que llevabas
mis bragas de bandera.

Si a todas las fases de la luna
desde la ventana de tu habitación
y a Madrid y París y Venecia
en los cajones de tu mesita de noche.

A los conciertos de tus bostezos
todas las mañanas sin despertador.

Si a todos los lugares
en los que parecías perfecto
y a la autocompasión puntual
de alguien que aún no sabe
como salir de la jaula.

No sé muy bien
como acabar la historia del si.

Supongo que no pedirte que vuelvas,
es el preámbulo del final.

La antesala de este nosotros
que huele a cadáver sin enterrar;
a éxtasis en un paraíso
en el que Adam y Eva
están cansados de intentarlo.

No pedirte que vuelvas es quizás,
lo más valiente que he hecho
en toda mi vida.

Lo más mentiroso
y lo menos sincero.

Como veis,
cualquier historia de un sí,
acaba irremediablemente
con un no.





6 comentarios:

  1. Un sí que relata todos los días que desayuné junto a ti para acabar a solas con un no.
    Me encantó leerte, Amparo.

    Mil besitos.

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    1. A mi me encanta que no solo me leas, sino que además, busques un huequito para decirme que lo haces y siempre tengas palabras alentadoras.
      Disculpa que tarde tanto en responder, pero llevo un par de meses de no parar.

      Y por supuesto, no puedo contestar a tu comentario sin decirte que la frase con la que resumes el texto tiene mucha fuerza, primero porque desayunar con alguien, casi en el noventa por ciento de los casos, implica haber dormido con esa persona, y dormir significa que significa algo también casi en el noventa por ciento de los casos; y luego todo eso se esfuma y queda un enorme ''no'' en todos los sitios en los que tú quisiste apostar por un ''si''.

      Un abrazo tan fuerte como tu frase.

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  2. Sugerencia de una alternativa a la principal( sin negarla)...

    Hoy me levante presta a hacerte el desayuno...

    Silbe tu cancion preferida que me encanta(ba)...

    Entre medias ponia la lavadora aspirando golosa el olor ciprino de tu camiseta..

    Y aun tuve tiempo entre tanto de ir recogiendo mis bragas( rotas) y mi sujetador del trecho que hay entre el dormitorio y el salon..

    Y cuando desnuda y humeda iba de puntillas( para no despertarte) hacia la alcoba...

    Recorde subito que te habia matado la noche anterior ( en mi corazon)...

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    1. Me has dejado atónita. De veras. Los paréntesis me encanta, creo que porque dicen eso que todos afirmamos bajito, por timidez, por intimidad, porque es algo especial, cada uno con su motivo pero todos pos las mismas cosas; los paréntesis me recuerdan a un fragmento que leía que decía algo como que las cosas que nos hacen felices pueden variar mucho según qué persona, pero las cosas que nos hacen infelices, son iguales para todos.
      Los paréntesis de tu alternativa, también lo son. Y me gustan muchísimo.

      Aunque sin duda, me quedo con el final, ante todo, primero por la fuerza, la contundencia y la magia de matar a alguien dentro de nosotros, matarle hasta que no quede nada para vernos recordándole al día siguiente y recordarnos que no podemos recordarle; la incongruencia de siempre. Después, también me quedo con el final porque de nuevo guarda más de lo que dice la oración principal.

      Gracias.

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  3. Fascinante tobogán de emociones cotidianas atravesando la piel y esa cosa apodada amor....

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    1. Muchísimas gracias Anuar, sobre todo por lo de ''cotidianas'' cuanto que, que es el amor sino eso.

      Un abrazo!

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