martes, 21 de febrero de 2017

Las dos partes de una misma historia.

He perdido la cuenta de las noches que he pasado pariéndote en otras versiones, pero siempre entre las mismas piernas.
Las mías.
Llorando a borbotones todo aquello que no te escribo. No quisiera que supieras que por aquí se coleccionan miedos, que acuno la idea de que vuelvas y alimento desde mi propio pecho, con mi propia lactancia, los recuerdos inmortalizados en mi mente, que se vuelve turbia y destila cinismo.
Toda mi habitación es un escenario macabro lleno de vidrios que me cortan siempre sobre las mismas heridas. Y para curarlas no hay más que algo de Vodka barato que cada día hace menos efecto.
Hay sombras que discuten en nuestra esquina, y otras que se despedazan los cuerpos sin vida sobre nuestra cama. Y yo extrañamente me siento en casa.
Mientras trato de cortar la hemorragia.
Que es el dolor, sino la plena consciencia de querer revivir una y otra vez aquello que nos obligó a volvernos a parir. A rehacernos con torpeza.
Esculpiéndonos con nuestras propias manos hasta darle forma a un amasijo de ramas secas por las que ya no brota la vida. Porque vivir no es otra cosa que sentirse el corazón.
Y dentro de este pecho ya no hay un solo sonido que me ayude a coger el sueño por las noches. Así que no duermo, pero  ingratamente respiro.
Y vendrán otros comienzos con sus sermones mientras yo solo escucho mentiras. Que va a decirme una piel que no tiene cicatrices. Unas manos suaves, un pecho sin espinas.
Bécquer decía que poesía eres tú. Y no hablaba del después de ti. Eres tú. Y si tú te vas, te llevas el poema.
Me siento mecida y tranquilamente triste por brazos sin carne llenos de huesos sobre los que se posan luciérnagas. Y titilan con fuerza, como las luces de las salas de espera. Y me veo a mi misma, sentada en un hospital, esperando a que alguien me diga que estoy viva.
Y ruedan camillas, y pasan señores. Y nadie me ve, ni me escucha. Y yo ya no tengo ganas de gritar.
Aguanto la respiración y siento como se me adormecen los órganos vitales, con la paz que se siente después de haber tenido a todas tus calles en guerra. No se que hacer sin ti, así que no voy a hacer nada, he guardado todos los relojes y he cerrado todas las ventanas; voy a estar aquí, encarcelada eternamente en el día que dejamos de ser.
Y cada veintisiete puedes enviarme flores a una tumba vacía porque el cadáver sigue deambulando por los recovecos de tu galería de arte.
Era la chica más rubia y más llorona. La piel con más heridas. La mente más problemática. La inconformista que se conformó contigo.
En esta orilla en la que me has abandonado ya no llegan las olas ni veo el mar. Estoy tendida al sol con un frío horrible mientras noto como me hundo en las profundidades de pensamientos que ya no siento como propios.
Me he vuelto una extraña y reniego de mi compañía. Me corren por las venas trozos de cristal, áspero, puntiagudo. Y me duelo con la fuerza de mil historias en las que siempre aparece una muerte. Y alguien que se queda vivo.
¿A caso no es morir, vivir en una eterna espera? Muere más quien se queda.
Todas mis articulaciones son de madera. Rígida y tosca. He perdido todo atisbo de humanidad. Y siento dentro de mi el ir y venir de un péndulo, una balanza que no se decide. Unas agujas de reloj que no marcan la hora pero señalan miedos. Un dedo erecto, que me recuerda la falta de sexo y te señala.
Y el peso de la culpabilidad. Que te he perdonado a ti, pero no me perdono yo. Y todas las mañanas intento despertarme en otro cuerpo que no reniegue del movimiento, pero siempre acabo sentada en una sala de espera donde se dan malas noticias.
Me han subido a planta, a una habitación sin orientación Sur. Y tengo frío. Y la comida es espantosa. Voy a escupírsela a la enfermera.
Los trozos de cristal empiezan a desgarrarme la piel, y hoy es veintisiete y he recibido flores.
Y una tarjeta:
''Nadie puede ayudar al que se queda.''
 
 
(Ilustración de María Casas. Instagram: Emecocos / Facebook: Emecocos Art)
-Gracias por dejarme un trocito de tu arte.-
 

6 comentarios:

  1. Ya lo dijeron: "magnífico", y he de solamente, agregarle: "y contundente".
    Que gusto volver a LERTE Amparo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias Armando! Cuánto echaba de menos compartir letras con vosotros! Que gusto volver aquí! El placer es mío, como siempre.

      Un abrazo!

      Eliminar
  2. Me has emocionado porque se siente el dolor y la desolación.

    Mil besitos, querida.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre adoro tus comentarios, porque siento que en lo más profundo del poema, en esa parte que no todo ojo logra ver, nosotras nos encontramos y así es mucho más fácil todo.

      Un abrazo enormemente enorme.

      Eliminar