miércoles, 18 de marzo de 2015

Tu boca mentirosa.

Supongo que nunca he sabido cuando marcharme, 
que cada paso que me alejaba de ti 
y de tus infinitas guerras, 
me acercaba a una paz que nunca he deseado.

Ni buscado.

Te habría hecho el amor a ti 
en tu campo de batalla, 
antes que en la cama de cualquier otra bragueta.

A sabiendas de que siempre hay una bala 
que te alcanza por mucho que parezca 
que no queda ni una en la recámara. 

No se si has dejado de verme guapa, 
si les cuentas a tus amigos que he perdido esa gracia del principio.

Que mis piernas ya no parecen tan largas. 

Que me escribes por compromiso. 
Que ya nunca me pides permiso 
para llegar tarde a casa. 
Que el alcohol no te hace añorar mis bragas.
Que ya no coges a mis caderas de improviso, 
ni me dejas tus camisas para pasar la mañana.

Ojalá me hubiesen dicho que a veces, 
por mucho que calientes el hielo, 
el invierno siempre vuelve, cuando menos te lo esperas.

Cuando menos ropa llevas.

Que a veces, ningún capítulo es diferente al anterior, 
y que otras tantas, 
entre quedarse e irse solo hay un paso tan pequeño 
que no hace falta ni moverse del sitio.

Que entre las palabras que se dicen caben heridas, 
pero entre las que se callan, precipicios.

Deberían de haberme contando 
que cuando te conviertes en la derrota de alguien repetidamente, 
es solo para poder sentirte todas las semanas 
cerca de una victoria que nunca llega.

Pasando de puntillas por su costado 
para no despertarle los miedos.

No te preocupes, 
que volveré a ponerme el vestido de tus pecados, 
y a llegar al local de los sábados, 
y dejaré que le pongas otro nombre diferente a esta noche, 
para no sentir que estás revolcándote 
con el mismo final de siempre.

Porque nacemos y morimos en un puñado de besos 
que nos saben a todo lo vivido, 
con las prisas de quien sabe que hay cosas 
que se desordenan solo con un poco de saliva.

Y perfume en las muñecas.

Y es que en este desastre, 
siempre suena algo de música, 
y a mi me sobran las ganas de bailar de puntillas, 
aunque en el suelo no haya más que un puñado de cristales 
que me recuerdan que se me han olvidado los centímetros 
que tenía que elevar los pies para llegar a tu boca 
y volver a encontrarle sentido a algo que nunca lo ha tenido.


Se me olvidarán pronto los motivos y las razones, 
pero me bastará verte con tus vaqueros desgastados 
y la sonrisa de poeta de mala muerte, 
caminando despacio hacia mi, 
para recordar lo bien que le sientan las promesas 
a tu boca mentirosa. 

3 comentarios:

  1. Otra joya que nos regala. Otro bello poema. A veces pienso que tiene una facilidad tal para juntar las letras que lo escribe y lo publica en poco tiempo. Pero puede que sea todo lo contrario y eso demuestra su brillantez.

    Que tenga una hermosa tarde. Hasta la próxima. ¡Saludos!

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    1. Muchas gracias Nahuel, es fabuloso sentir que escribo para vuestros ojos y que os gusta y pasáis tiempo en ellos.
      La verdad es que adoro escribir, y emana con facilidad de mi, pero no porque sea una afición, sino porque es una necesidad, quizás por eso no me resulta complicado.
      Mil saludos, y todavía más gracias.

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    2. Quizá porque es algo innato de usted. Por eso me encanta, porque para usted es tan normal como respirar. Sea a ganado un gran lector y admirador de sus letras. Ojalá siga deleitándonos en el futuro (digo "deleitándonos" para no sonar pretencioso, je, je.)

      Las gracias se las doy yo. ¡Saludos!

      PD: Me parece muy simpática su nueva foto de perfil.

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