viernes, 17 de abril de 2015

Borra, olvídate, deshazte, despójate.

Borra las vacaciones 
que no tengan que ver con mis caderas, 
con días sin ropa, 
con huesos tan bien colocados 
que invitan a los besos.

Olvídate de todos los mares 
que no te hablen de mis bikinis. 
Que no te hagan desear una ola 
que me los arranque.

Deshazte de todas las dudas 
que no te lleven a mi cama, 
y quédate con las cien auto-excusas 
que vas a contarte 
cuando me veas preparar café en la cocina.

Despójate de todos los vaqueros 
que no conozco, 
y pónselo fácil a mis dedos, 
que se sienten siempre vírgenes en tu bragueta  
y los embriaga la torpeza.

Borra de tu vocabulario todas las letras 
que no nos nombren 
y todos los verbos conjugados en imperfecto.

Olvídate de las faldas de tus ex, 
de como asomaban sus rodillas, 
de cuanto tenían que inclinarse 
para llegar a rozarte la mejilla.

Deshazte de ausencias sin vestido, 
de prórragas sin bragas.
De segundas partes.

Despójate de los años y los daños; 
de las heridas que se abrían con una sonrisa; 
de las cicatrices que no sanan 
si no son besadas por la boca que las vio nacer.

Borra las siete vidas paseando por tejados, 
buscando colar la pupila por una de las ventanas 
y soñar todas las noches 
con el color de un camisón que nunca has visto.

Olvídate de todo lo que no puedas escribir, 
olvida lo que sentiste cuando lo sentiste todo. 
Deja de recordar el paisaje que se divisaba desde su cornisa.

Deshazte de la música compartida, 
de viejas canciones que suenan mejor 
cuando vas dejando caer la ropa 
y toda la habitación se convierte 
en un campo de complejos abiertos 
donde se enamoran nuestros fallos.

Y se follan nuestros errores.

Despójate de los sueños encerrados 
en un hostal de carretera 
recitando los nombres de los cuatro hijos 
que iban a llevar sus graciosos defectos.

Y ódialos, 
odia su marca de nacimiento, 
sus lunares, 
el color de su pelo después de una ducha 
y la forma de la que siempre arruga la nariz 
cuando la visita el sol de Agosto.

Borra el sonido de los portazos 
que acabaron con una vida en común, 
y si puedes, y sería un gran gesto por tu parte, 
borra todas las reconciliaciones 
cuando el pomo de la puerta ha girado 
siete cervezas después.
Miénteme y dime que no la perdonaste 
porque la camiseta de los Rolling Stone 
no le sentaba como a mí, 
y resistirse se hizo posible.

Olvídate de todo lo que deseaste escuchar 
y no te dijeron 
y olvida también la colección de palabras mudas 
que guardas en la tercera cuerda vocal.

Deshazte de todo lo que te reconstruyó, 
de besos llenos de cemento, 
de manos firmes, 
de planos para encontrarte las cosquillas. 

Despójate de todo lo que te hizo ruina 
y no me hables de sus implacables encantos para reconstruirte.

Borra la sensación de querer hacerte viejo 
entre los brazos más jóvenes de la capital; 
querer hacerte viejo pero lento 
y trapichear con el relojero 
que trabaja cerca del chico de la coca, 
para que negocie con la aguja del minutero 
la forma de congelarse en medio de un beso.

Olvídate de las veces que has muerto de calor 
con Diciembre en el calendario 
y no pongas, como excusa perfecta 
de relación fallida, 
el frío en pleno verano.

Todos hemos tenido Julios de bufandas 
y Eneros de trajes de baño.
Porque a algunas personas 
les caben las estaciones en la mirada.

Deshazte de todo lo que querías ser 
mientras no pensabas que en ese instante 
ya estabas siendo algo 
que nunca volvería a repetirse.

A veces después de hoy, 
después del después, 
no hay más ahora, 
y te arrepentirás de haber sido todo aquello 
sin saber que lo estabas siendo.

Despójate de sus preguntas 
y no te preguntes si aun quieres quererla.

Borra todas las veces 
que no ha salido como esperabas.

Ahora escúchame, 
cuando ya no asomen mis pestañas a tus mañanas, 
y no se me muevan las pecas de sitio 
con la primera sonrisa; 
cuando ya no esté asomando las pupilas 
a tus libros favoritos 
y no te recuerden a mi culo las escaleras de tu casa, 
alguien vendrá a decirte:

Borra.
Olvídate.
Deshazte.
Despójate.

Y es en el único momento 
en el que espero más cojones que amor
para decirle aquello de: 
hay cosas que no se olvidan 
aunque le prohíba a mi memoria ir marcha atrás.


Y así, en secreto, 
con nocturnidad, 
te acuerdes de mi cuando salga del baño 
y la camiseta de los Rolling Stone 
te devuelva a mi cuerpo.

2 comentarios:

  1. Qué descuido de mi parte. Sabía que hace días habías publicado tu poema como una entrada de G+, pero por una cosa o la otra lo fui postergando. Aunque hoy me plantee leerlo y aquí estoy, je, je, je.

    Un poema intenso. Le será difícil borrar, olvidar, deshacer y despojar todo lo que has expresado ya que es bastante y alguna reminiscencia quedará, para bien o para mal.

    Me encantó como siempre y lamento haber tardado. Que tengas un gran fin de semana. ¡Hasta la próxima!

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    1. Que cierto es eso que dices Nahuel de que siempre queda una reminiscencia... A mi parecer siempre para bien, si el recuerdo es grato, se debe conservar, y si no lo es, no se debe de olvidar para no volver a caer.

      Muchísimas gracias por tener siempre palabras de apoyo para mi, te estoy muy agradecida.

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