martes, 28 de julio de 2015

Cuando se trata de ti.

Siempre tuve paciencia 
cuando se trataba de ti, 
de hacer que el tiempo no pesara tanto 
cuando me besas, 
de utilizar mis piernas 
como las agujas del reloj de tu muñeca.

Pero la paciencia se marcha 
cuando ya no quedan tiempos felices 
a los que naufragar.
Cuando el pasado pierde el culo 
por un leve roce de la lengua del futuro, 
que anda de copas entre canciones 
que le siguen recordando a ti.

Se que ya no hay versos ni bragas 
que no conozcas de mí, 
que sabes como huele mi pelo 
cuando acabo de salir de la ducha, 
y conoces como se me recolocan los lunares 
cuando tratas de desdibujarlos con saliva.

Y con paciencia, 
justo la que he perdido 
cuando has decidido huir detrás de otra poesía 
que no lleva mis intenciones. 
Ni mi falda.

Pero que comparte perfectamente 
mis ganas de ti.

Me siento en tierra de nadie, 
y supongo que empiezo a aunar sentimientos 
con todos esos que quieren salir de su país.

Quiero huir del sonido de tus bostezos, 
que me recuerdan a los sueños 
y estos siempre acaban llevándome hasta ti.

Quiero huir de tu pelo despeinado 
que atrae a mis dedos, 
tejiendo un domingo enmarañado 
que nos atrapa con la facilidad de una de tus mentiras.

Huir de tu boca suave 
y tus palabras fuertes. 
De tus manías. 
De tus ‘’no voy a volver esta noche’’, 
y que sea la vez cien que tú mismo 
te quitas la razón.

Quiero salir de las fronteras de tus miedos, 
de los vértices de tu cuerpo, 
de la nacionalidad de tu sonrisa.

Y perderte en el Norte 
para jamás encontrarte en el Sur.

Como te decía, 
yo siempre tuve paciencia, 
e hice prórrogas de mierda con tu bragueta. 
Señalé en el calendario mil días perfectos para olvidarte, 
y traté de disfrazar el desastre con algo de poesía.

Pero como hacer una rima sin mencionarte. 

Como escribir sin atraparte 
entre un montón de versos con final alternativo 
para ahuyentar un poco a la idea 
de que no hay más posibilidad 
que querernos mal muy de cerca, 
o querernos bien demasiado lejos.

No somos más que un intento 
de ser cualquier otra cosa, 
menos nosotros.

A veces el amor no es un rescate, 
ni una liberación 
ni siquiera un salvamento; 
a veces amar no conlleva salvar 
a una persona de si misma; 
quizás sea más bien un: 
‘’me quedo aquí porque no se me ocurre 
mejor vicio que tú’’.

Me quedo porque de entre todas mis ruinas 
y catástrofes, 
yo te escojo a ti.

Me quedo para hundirme si no flotas.

Que a veces no hay más vida 
que pequeñas dosis de muerte 
en una boca que sabe a precipicio. 

Otras no hay más verdad 
que un montón de mentiras juntas, 
apiladas de tal forma 
que nadie las pueda combatir.

Incluida yo.

Otras, 
no hay más libertad 
que la que te encierra en otro cuerpo. 
En otras caderas. 
O cadenas.

O entre recuerdos que saben a sal 
pero que nunca curan heridas. 
Ni miedos.


Que como te decía, 
yo siempre tuve paciencia, 
supongo que porque cuando se trata de ti, 
esperar nunca es una forma de alejarse. 






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