domingo, 10 de mayo de 2015

MM.

Quiero pensar 
que si aquel grupo ochentero 
te hubiese conocido, 
si la vibración de las cuerdas de sus guitarras 
se hubiesen topado con ese aire de tus caderas 
que despertaban las ganas de matrimonio, 
habrían cantado para ti aquello de: 
‘’y esos ojos que al mirar casi hacen daño’’.

Todos los pintalabios rojos 
iban a parar al espejo de tu baño, 
y no encontró la miopía mejor vistas 
que las de tu retina. 

No había en todo Hollywood 
ningún espectáculo tan erótico 
como el vuelo de tu vestido blanco. 
Se ondeaba con la gracia de una bandera 
que ha encontrado el sitio adecuado por el que luchar; 
dos piernas por las que pasar a un segundo plano. 

Dime cuantos kilómetros 
te cabían en la sonrisa 
y de que forma conectaba aquel lunar 
con la comisura de tu boca, 
jugando a cambiar de sitio 
cuando algún piropo te robaba la risa. 

Que tú le regalaste a los cincuenta 
otra definición del sexo: 
‘’la forma perfecta 
en la que encajaban 
los huesos de tus hombros’’.

Creías que tu mejor perfil era el derecho, 
sin saber que cualquier pintor del Renacimiento 
habría sacado los pinceles 
solo para dibujar tu silueta.
Que cualquier artista 
habría derrochado todo su arte por fotografiarte 
uno de aquellos rizos rebeldes 
que se te descolgaban con esa gracia 
que solo tiene la inocencia. 

No había pisos céntricos 
ni ramos de flores 
que te hicieran feliz, 
y toda la fama que revoloteaba por tus caderas 
desconocía que por la noche 
solo hacías el amor con tus fantasmas.

No te mataba la ausencia 
pero te devoraban las cientos de manos 
que jugaban a quererte. 

Tus medidas descorrían más telones 
y llenaban más teatros 
que cualquier otra actuación de prestigio.

Cuantas mujeres no desearon 
que se te cayera el rubio 
y tus ojos se volvieran oscuros, 
y cuantos hombres pagaron 
por unas entradas de cine 
cuando eran tus rodillas desnudas 
las que ocupaban la gran pantalla. 

No importaba que lugar tuvieses 
dentro de la función, 
porque en el papel de la vida, 
eras el centro de todas las miradas. 

Pero tus días siempre fueron 
un cúmulo de oportunidades 
que te resultaban tan insípidas 
que dejaste de verle sentido a ser quien eras, 
y como si toda la fama no oliese a nada, 
como si todo el reconocimiento 
hubiese perdido su valor, 
te dejaste ir. 

Tú, 
qué habías sido la personificación de la primavera, 
te marchitaste.


Y aun no se muy bien 
si perdiste la vida 
o si fue ella quien te perdió.

Te llevaste los años cincuenta 
en un frasco de Chanel nº5.

2 comentarios:

  1. ¡Otra preciosa poseía! ¡Otra joya más que nos regalas para nuestro disfrute! No me imagino como sería el video de esto. Será fantástico, como mínimo. La última frase "Te llevaste los años cincuenta en un frasco de Chanel nº5." me encantó, je, je.

    En el comentario de la anterior entrada me dabas las gracias por tener siempre palabras que te impulsan y te transmiten ganas de seguir con esto. Pero como siempre el agradecido soy yo y todos los que te leen por derrochar tan magnífico tan talento, mezclada con una vehemencia que a veces puede ser traviesa, je, je.

    Y siempre compartiré tus entradas luego de leerlas o tus vídeos después de verlos ya que es lo mínimo que puedo hacer para que te descubra más gente. ;-)

    Feliz inicio de semana. ¡Saludos!

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    1. Muchísimas gracias Nahuel, que siempre tienes buenas palabras! Me alegra que te guste la ultima frase, también es una de las que mas me gustan a mi, supongo que porque caracteriza muy bien a Marilyn.
      Cuando tenga un ratito me encantaría hacer un video sobre esto, pero uno especial!
      Saludos!

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