martes, 28 de julio de 2015

1001.

Me han quedado tantas cosas por hacer antes de perderme. 
Y ahora aunque las recuerde no se como volver.

Volver a verme, 
y verme viéndote, 
y verte para volver a ser. 

No nosotros.
Volver a ser yo.

He asesinado con mis propias manos 
a todas las esperanzas tontas, 
y aun así, sigo pensando que llamarás.

Y si no lo haces, 
creo que voy a obligar al suicidio 
con el cable del teléfono 
a todos los papeles donde escribí tu número.

No he caminado descalza por mi tejado, 
jugando a ser un gato callejero 
que se relame los bigotes 
porque aun cuelgan de ellos su último almuerzo.

Apagar el despertador 
y jurar que no voy a salir de la cama 
hasta que alguien me recuerde 
a que sabe el verano cuando no te sientes invierno.

Descolgar los pies 
por un precipicio imposible 
en el que siempre estoy a punto de caerme por última vez. 
Y volver. 
Volver siempre para jugar 
con aviones de papel justo al borde, 
mientras apuesto fuerte por mi equilibrio, 
aunque llevemos meses sin hablar.

Jugar con una bala que aun huela a corazón, 
y dejar que mi parte maligna 
quiera vestirse de puta con la bala en el bolsillo, 
y decidir, a descarte, 
que caja torácica vamos a follarnos hoy. 
Y hundirla.

Hundir la bala tan adentro 
que sepa de memoria 
que mis pecas dibujan una flor sin pétalos.

Dolerle a alguien tanto, 
pero tanto, 
que solo pueda leer poesía y maldecirme.

Romper un espejo 
mientras paso por debajo de una escalera, 
y tentar a la mala suerte con una falda corta 
y un escote más largo que los siete años de mal fario.

Que vuelvan París y sus luces, 
y que a todos los suicidas de la Torre Eiffel 
se les encienda la vida, de color violeta.

Besar en los labios a algún paralítico emocional 
y acelerarle de tal forma los latidos, 
que sienta como explosiona un corazón 
dentro de una ciudad dormida 
que ha olvidado que hay edificios 
que se levantan con poesía.

Mover los dedos desnudos 
por un piano que suene a tristezas 
y llorar encima de él 
hasta humedecer la madera 
y jurar que lloraba conmigo.

Comprar flores para el alféizar 
de una ventana que tapé hace siglos, 
y hacerle de sol.

Salir de noche con unos tacones 
con los que no sepa caminar, 
que cuando la Luna me vea 
asomar las rodillas en Enero, 
se ponga hasta arriba 
y me recuerde a una erección astrológica 
en la que se recolocan las estrellas 
y me invitan a bailar.

A bailar mucho. 
A bailar sin pararme ni un segundo. 
A bailar aunque no haya pista, 
aunque no haya música. 
A bailar tanto que termine por necesitar 
unos tobillos nuevos 
que no sepan nada de los pasos que había 
desde la puerta hasta tu cama.

Y olvidar el sonido de mi voz 
recitando de memoria cuantas baldosas 
me faltaban para llegar a tu boca 
y que empezase el declive.

Sentir la libertad escalando 
por mi espalda desnuda, 
desatándome todos los lunares 
y llenándome los huesos de días de independencia 
y revolución.

Contar estrellas bajito 
y quedarme dormida en la mil uno 
para volver a despertar un par de firmamentos después 
y encontrarme.

Encontrarme tan bonita 
que pueda volver a colgar el espejo en la pared 
que queda frente a la cama, 
y hacerme el amor cuando me visite el insomnio.

Y no tener miedo cuando de madrugada 
no haya tráfico en una ciudad que duerme.

4 comentarios:

  1. Es cuestión de tiempo para que te encuentres. Cuando menos te des cuenta las 1001 estrellas serán menos y no necesitarás contarlas para dormir, quizá con la seguridad de que ya has olvidado todo o con la certeza de que has visto otro puerto donde anclar tu barco.

    Lindo poema, intenso en lo que se quiere transmitir. Gracias por compartir tus letras, por compartir tu belleza, ya que allí radica. ;-) Que tengas un bonito día. ¡Saludos!

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    1. Que bien suena la esperanza, ¿verdad? Suena a vida.

      Gracias a ti Nahuel por tener siempre palabras tan bonitas.

      Aun más bonito para ti!

      Un abrazo.

      Amparo.

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  2. Como, siempre, Amparo, lindos sentimientos escritos de manera bella y sin escatimar ni una letra. Lo das todo en cada texto para despues reinventarte en el siguiente. Diría que el arte en el que te mueves escribiendo no tiene fin ni se le espera. Llegarás muy lejos. Acuérdate de lo que te digo. Yo, de cada idea de cada estrofa intentaría hacer un poema, pero tú vas y ¡ venga! como si no hubiese un mañana, te derramas con cada poema. Un Placer, siempre .

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    1. Siempre consigues que me den esas cositas en la tripa de cuando alguien a quien aprecias te da una palmadita en la espalda y de alguna forma te dice que confía en ti, en lo que haces.
      Todo lo que queremos conseguir en la vida, o la gran mayoría, es difícil pero cuando nos dicen eso de: sigue así, no lo dejes, tú puedes... La cuesta se vuelve más llana y tú una deportista profesional con la mejor equipación del mundo! Jajaja

      El placer siempre es mío, y te prometo de veras que es inmenso.

      Un abrazo tan enorme que llegue hasta Córdoba y vuelva, para la próxima vez.

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