domingo, 20 de septiembre de 2015

A ti, como último intento.

Estoy tirando de mi 
mientras yo misma me niego 
mirarme a los ojos. 

Se me escurren todas las lágrimas 
que le faltaron al diluvio universal 
para que ni siquiera Noe pudiese hacer nada. 

Me he aferrado a todo lo que eres, 
y has cambiado tanto de posición, 
en mi vida 
y en mi cama, 
que tratando de seguirte me he dado cuenta 
de que tengo personalidad múltiple.

Que más que entendida como trastorno, 
se queda en un intento de seguirte 
para que no dejaras de ser mío, 
aun siendo de otras. 

Hay una voz que me acaricia la tripa 
y me duerme a toda la descendencia 
que ya no tendrá tus ojos, 
y me consuela con ideas mediocres 
y tópicos tan atípicos en mi, 
que me molesta rendirme a su evidencia. 

Otra, en cambio, 
me alienta a alentarte, 
me convence de convencerte, 
me anima a animarte. 

Dime quien soy, 
recolócame encajándome como a una matrioska, 
y déjame en el estante más alto de tu habitación. 

Si supieses entender 
que no me importa nada de lo que venga, 
que me acojona mucho más todo lo que se va. 

Hay espacio de sobra aquí para los dos; 
para discutir a voces 
mientras empiezan a sobrarnos las cuatro baldosas 
que separan tus manos de mi culo. 

Vamos a chocar como cuerpos celestes, 
hasta iluminar otro conjunto de planetas 
donde ser tú y yo no duela. 

Donde no haya más opciones que ser tú y yo. 

Me he quitado los zapatos 
porque no quiero que sepas 
lo tarde que suelo llegar ahora los sábados. 
Que me dejo caer en la cama tan rota, 
que se me esparcen las personalidades por la habitación 
y escucho gentío mientras me siento sola. 

Se me han borrado las pecas de sonarme la nariz. 

Y me duelo tanto a mi misma, 
que ojalá pudiese mudarme a tu cuerpo. 

Entiérrame en el jardín 
y llórame en la barra de cualquier bar; 
riégame todos los días 
y cuando algún conocido te pregunte por mi, 
dile que me fui de vacaciones. 

De las vacaciones uno siempre puede volver, 
pero de aquí, 
desde donde estoy, 
al otro lado de tu olvido, 
me parece que empieza a ser complicado. 

Y a tus amigos, 
cuéntales que nos quisimos tanto, 
que se nos olvidó querernos bien; 
que fuimos almas de destrucción masiva, 
y arrasamos con todas las canciones 
que amansan a las fieras, 
y que cuando quise volver, 
alguien te había devuelto la cordura. 

Y esa nunca pude haber sido yo.

Maldita manía tuya querer recuperar el control. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario