miércoles, 23 de septiembre de 2015

Veintiún poemas de amor y ninguna canción desesperada.

Te echo tanto de menos, 
que puedo conjugarte 
en todos los tiempos 
del verbo"volver".

En todos los tiempos, 
menos en este.

Vuelve
como vuelven los exiliados 
a sus países devastados, destruidos; 
a ponerle flores a sus muertos 
mientras les susurran: 
yo también moriré aquí.

Vuelve 
a besarme los miembros amputados 
y discúlpate 
por tu falta de misericordia 
aquel día en el que me arrancaste 
a golpe de huida, 
un trozo de la caja torácica. 

Vuelve 
como se vuelve 
a la escena de un crimen, 
sin hacer ruido 
por miedo a no encontrar 
todo en su sitio, 
mientras el cadáver te promete 
no jugar a los reproches. 

Vuelve 
a todos los lugares 
que te recuerdan a mi, 
márcalos en el mapa, 
y date cuenta de que tienes 
a mas de medio globo terráqueo 
en contra de tus intenciones. 

Vuelve 
porque el destino 
no es aquello a lo que te rindes, 
sino cada una de las veces 
que sometes a la vida 
a tus decisiones. 

Vuelve 
sin necesidad de irte nunca más; 
que vuelvas de haber vuelto 
y nunca de haberte ido. 
Que volver no sea 
la consecuencia de irse, 
que sea la acción en si misma 
y que tenga mi pelo.

Vuelve 
para que no suene en la radio 
ni una sola canción desesperada 
y se escriban veintiún poemas de amor; 
para que puedas hacerme 
de cerezo en invierno 
sin miedo a que se acabe la primavera; 
para que estemos destinados a ser 
incluso aunque no existamos 
en ninguna otra realidad 
que no sea la que nosotros inventamos.

Total, estamos negociando con las fronteras 
como si fuesen autobuses de plazas limitadas; 
como si los niños llegaran
con un pan debajo de un brazo
y sus papeles en regla bajo el otro; 
como si alguien que se viste de corbata 
y dice representar a no se quien, 
fuese el nuevo dios de una religión 
extrema y mentirosa 
a la que llamamos política.

Para que quieres vivir en otra realidad 
que no sea la nuestra.

Vuelve 
a pisar con firmeza tu paraíso perdido 
y grítale a mi infierno 
que esta noche quieres un castigo para dos. 

Vuelve
a buscar tu bandera
entre tanto nuevo conquistador.

Vuelve
porque te echo tanto de menos,
tanto, 
tanto, 
tanto, 
tanto, 
tanto,
que estoy a punto de escribirte todos los días
para preguntarte por cosas tan absurdas
que sepas mis intenciones
y me digas:
yo también te echo de menos.

Y que entonces,
el verbo volver
pueda ser conjugado en ahora,
y ahora abarque mas de una vida entera.

Voy a ser el cadáver mas besucón
de tu lista de muertes planificadas. 

Tú vuelve,
aunque digas que hay decisiones
que no tienen marcha atrás,
vuelve
y llámalo de otra forma,
y camina de lado si hiciese falta,
pero vuelve,
que no tengo mucho tiempo
porque estoy a punto de encender la radio
y dejar que suene una canción desesperada
por mucho que me digan
que estás a un poema de caer. 

Y que Neruda tenga que rehacer el título,
porque vuelves,
y eso siempre es motivo
para una poesía mas. 

Apago la radio y te escribo el poema veintiuno:

Si nos quisiéramos tan de cerca 
que nos dolieran los huesos, 
te juro que dejaría 
de dolerme el corazón. 




1 comentario:

  1. Espero que "vuelva" ya que con semejante declaración de nostalgia es imposible no volver. Je, je, je. ;-) Yo creía que con tantos "vuelve" el poema no terminaría más. No porque se hiciera pesado, sino que tal vez tendrías muchas cosas más que decir y esa palabra nunca terminaría de hartar.

    Linda forma de terminar el poema que esa última cuarteta. Que tengas un bonito día. ¡Saludos!

    ResponderEliminar