sábado, 7 de noviembre de 2015

Pero tú desnudo.

Me dolías. 
En casi todas tus versiones. 
Pero desnudo
me atravesabas de punta a punta 
el instinto de supervivencia.

Me descosías con precisión y paciencia, 
como aquel que disfruta siendo el detonante; 
y que usa el sonido del estallido 
para coger el sueño todas las noches.

Unas manos me aprietan el cuello, 
y la falta de oxígeno me sabe a reminiscencia.

Correr de ti siempre es ir despacio, 
deseando que me alcances.

No se muy bien hacia donde vamos 
y he olvidado de donde narices venimos. 
Pero se donde quiero quedarme : 
a dos pasos de esa caja de explosivos 
que tienes en el lado izquierdo del pecho; 
con los tímpanos enamorados 
de ese ‘’tic-tac’’ amenazante.

Y que mas da 
si de reloj o bomba,
si para el caso
viene a ser lo mismo.

Después nunca es síntoma de mejora, 
por mucho que todas esas caras conocidas 
me digan que solo es cuestión de tiempo.

Y no. 

Es tiempo de cuestión
De cuestionarse de que manera 
vamos a ver el vaso: 
medio lleno, 
medio vacío 
o jodidamente roto.

Y jugar a pasarnos los cristales por la boca, 
masticándolos, 
que nos crujan los dientes 
como si comiésemos arena 
de todas las playas por las que no hemos paseado.

Después habrá alguien 
que nos defina como poesía 
y tu falta de cojones 
sonará terriblemente poética, 
así que enhorabuena.

Chico conoce a chica. 
Chica conoce a chico. 
Se enamoran sin la aprobación 
de sus familias. 
Y todo termina en un trágico desenlace 
en el que mueren los dos. 
Y nosotros lo calificamos 
como la mayor historia de amor.

Si Shakespeare hubiese conocido 
la facilidad que tienes 
para preñarme de intenciones; 
para hacerme morder el polvo 
después del polvo; 
para que me duelan las rodillas 
de rezarle a tus demonios, 
hoy serías el hijo de puta más sexy 
de la literatura inglesa.

Así que me dueles, claro. 
Como una cardiopatía 
que se combate con borracheras. 
Con cuellos ajenos que se mueren 
porque el desamor me haga 
mucho más puta que guapa.

Pero desnudo me recuerdas a un revolver 
al que siempre le queda una bala, 
y yo, 
vestida de diana, 
suplicándote que dispares, 
mientras tu próxima cita tararea 
una canción de Serrat que acaba de aprenderse 
en un intento de hacer que te quedes 
después de haber sudado todo 
lo que no puedes olvidar.

Voy a conocer a otro que huela a whisky 
y a manía de arrancar la ropa 
en el primer encuentro. 
Y a otro que sepa de Bécquer 
y que me de ganas de bragas rosas. 
Y posiblemente a otro al que enamorar 
en dos conversaciones sobre filosofía 
y cine en blanco y negro.

Y me dolerás en cada uno de ellos. 
En todo lo que te pareces a personas 
de las que nunca me enamoraré. 
Y en todo lo que no tienes que ver 
con todos aquellos de los que trato, 
desesperadamente, 
de enamorarme.

Un toma vida y dame muerte. 
Un aquí y ahora con matices de pasado. 
Un o tú o yo por el que nunca me termino de decantar.

Nihilista de todas las auto-teorías 
que derramas en otras bocas 
sobre el porque no crees en el amor.

Pero crees en mi, 
y eso nunca lo dices.

Todo tú me dueles, 
pero desnudo me desgarras 
como el primer cigarro de la mañana 
después de una noche de sexo 
con alguien que no conoce 
cuantas costillas necesito que me besen 
para dedicarle un solo latido 
a esta tonta idea de que puede 
que me recupere.

Me preparo un café que detesto 
y hundo los dedos en la taza 
hasta que me quemo. 
Y los beso.

Quien te hiere puede curarte, 
si quiere.
Pero quien siempre te cura 
nunca hiere adrede.

Quien te hiere puede quedarse o irse, 
si quiere.
Pero quien te cura debe quedarse, 
siempre.






10 comentarios:

  1. Un texto rebosante de fuerza y sentimientos de esos que no pueden ni deben contenerse. Un huracán de palabras que cuentan una historia que engancha. Me ha encantado, Amparo!! :))

    Creo que desde hoy yo también voy a ser tu fan jajajajaja.

    Un saludo!!

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    1. Muchísimas gracias Julia! Pero la gran mayoría de fuerza que tiene un texto, al menos al cincuenta por ciento, es de los ojitos que lo leen...cuando alguien tiene un alma desgarradora, pone pasión en todo lo que hace, incluida la lectura.

      Eres más que bienvenida!

      Un abrazo enorme.

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  2. Genial es este poema, con una fuerza y viveza que hacia tiempo que deseaba eschuchar. Muchas gracias, saludos!!

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    1. Ay Sergio, miles de gracias! Como siempre suelo decir, yo lo escribo, pero sois vosotros quienes les das vida, y voz, y movimiento.
      Así que el agradecimiento siempre es hacia vosotros.

      Un abrazo!

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  3. Que bueno, Amparo. Me encanta cuando eres tan rotunda y la la vez pones tanta poesía en tus escritos. Me alegro de tu éxito. Un saludo y fuerza para tus estudios.

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    1. Salvador! Hay algo en ti, que siempre que te leo y tengo noticias tuyas, me hace sentir bien.
      Como siempre te he dicho, fuiste uno de los motores principales y necesarios para dar el salto y tratar de que lo que escribo fuese más conocido.

      A lo de rotunda y poética, si, a veces parece que lo que no suena tan elegante o aquello que suena más contundente o incluso algo malsonante, no puede estar relacionado con poesía... Pero la poesía no es más que vida, y la vida a veces tropieza, pierde las bragas, se raspa las rodillas y llega despeinada, y llora y maldice; así que no expresarlo así, es quitarle al asunto altas dosis de vida y por ende, de poesía, ni más ni menos.

      Los estudios, ay, me traen de cabeza!

      Mil abrazos.

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