domingo, 22 de noviembre de 2015

Que puto frío.

Se le mueve el pelo suave, 
despacio, 
aunque fuera haga un viento de mil narices, 
y se le engancha a las pestañas, 
más pobladas que nunca, 
porque ya no le va eso de pedir deseos.

De soplar sí. 
Sopla tus cenizas 
cada vez que parece que vuelves a encenderte, 
y que coges vida 
dentro de una habitación 
que huele a cementerio.

Se ha tatuado una cruz del revés 
bajo el pecho izquierdo, 
en honor a sus demonios.

Deja los zapatos 
siempre lejos de la ventana, 
porque no le gusta recordar 
lo fácil que resulta escapar.

Se le ha jodido la calefacción 
y Sabina suena en un rincón 
al que no llega el frío.

No sabe decidir que libro empezar a leer 
de aquella vieja estantería de mamá, 
así que termina por leer varios a la vez.

Ha vuelto a mentir sin mencionarte 
y a decir la verdad sin recordarte, 
y cree que es suficiente logro esta semana.

Su psicólogo le mira la falda 
y le pregunta cuando fue la última vez 
que no pudo dormir. 
Cruza y descruza las piernas.

‘’Hace dos noches. 
Pusieron en televisión 
una de esas películas de domingo 
aunque era jueves. 
Los domingos siempre me recuerdan a él.’’

Le da cita para el día siguiente, 
aunque sabe que no la necesita. 
Pero ella y su falda, 
y la forma en la que se toca las rodillas.

Hay algo en sus pecas 
que consigue que se salte 
el juramento hipocrático 
y desee que nunca termine de curarse del todo.

Luego llega a casa 
y se masturba pensando en su boca 
que siempre habla de otro.

Habla inglés desde los seis años, 
aunque coquetea con el francés 
desde que su abuela le tarareaba 
‘’La vie en rose’’.

Tiene buen perder 
pero no te olvida, 
aunque los sábados mueva el culo 
como una prostituta de polígono industrial; 
lo cierto es que suele volver a casa sola 
repasando de memoria todos tus defectos.

Se desnuda frente al espejo del baño, 
se recoge el pelo 
y se promete que ya no va a prometerse nada, 
porque es lo único que puede prometerse a sí misma.

Recibe mensajes de madrugada 
de paquetes que la buscan por la pista, 
mientras vomita.

Luego lo limpia todo, 
porque su yo de mañana va a regañarle.

Sus ojos enormes cuando se abren, 
me recuerdan a una salida de emergencia 
que se cierra justo cuando estás a punto de cruzarla, 
mientras ella se ríe a carcajadas 
y te dice entre besos que ya nadie pasa.

Ni con fuego en la sala.

Que no le importan los muertos sentimentales, 
ni los cadáveres amontonados, 
que se siente como en casa.

No es de las que te matan, 
pero cuando quieres darte cuenta 
eres tú quien se apunta con el arma 
mientras ella se desnuda frente a ti 
jurándote que será la última vez que la veas, 
y te explica que para verse a ella misma, 
a veces todos tienen que dejar de mirarla.

 Así que una y no más.

Y todos tus sesos esparcidos en otras camas 
que se parecen a la de ella, 
pero que no.

Que una y no más.

Puede ponerse humilde 
y decirte que no es la mejor usando la boca 
para llevarte al despiste.

Hay quien dice que cuando alguien 
se para a preguntarse si está enamorado, 
es que ha dejado de estarlo.

Ella dice que cuando te paras a preguntártelo, 
estás muerto; 
de los que se entierran ellos solos 
si les prometen que les está esperando 
con las piernas de par en par
en su infierno particular.

Y rezas. 
Por si acaso.

Hace fuera un viento de mil narices. 
Pero a ella no se le levanta la falda.
Que puto frío.

Ha jurado que es el día perfecto para olvidarte, 
y ha llamado a su psicólogo.

‘’Tengo el ombligo 
mucho más bonito que las rodillas’’. 





4 comentarios:

  1. Como siempre genial, pero la conclusión me ha gustado sobremanera. Un nuevo personaje para tus historias: un psicólogo voayeur. Muy bueno, Amparo, muy bueno, cada vez mejor. Voy a volver a leerlo. Besos.

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    1. Hace unos cuantos textos me dijiste que algo en lo que escribía había cambiado, y tenías razón, y como no se si te lo dije antes, quería hacerlo ahora; no sabes lo sorprendente que me resulta ver que te percataste de ello, porque no ha sido un cambio drástico, ni algo que se aprecie a leguas, pero tú lo viste.
      Ahora el abanico de ''cosas para escribir'' se ha ampliado, quizás porque me encuentro mejor, a pesar del montón de cosas que tengo que hacer y de la falta de tiempo, de sentir que estoy hiperactiva y de no terminar nunca de dormir bien; de la carrera, del último año, de preparar máster, de necesitar nota... jajaja estoy versión ''torbellino'', pero me siento mejor.
      Algo en mi se ha encauzado en una buena dirección, aunque no sepa ni tan siquiera cual es, y dentro de tanto ajetreo, siento paz; supongo que para un ojo hábil, se puede apreciar leyéndome, aunque los textos no se salgan mucho de lo que suelo escribir.

      Ya me has demostrado la habilidad de tus ojos, y es que, como decía siempre mi abuela: para ser un buen escritor antes has tenido que ser un gran lector.
      Tú eres las dos cosas.

      Un abrazo enorme.

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  2. Me has hecho sonreír. Veo esa juventud llena de más años vividos o de vida llena de años, osada, rebelde y frente a ese espejo que nos censura a todos los seres humanos, pero no debemos olvidar que todo cuando decimos es porque es así de honesto. Que la vida no es un invento si no eres auténtica y ella nos empuja a ser parte de que le gusta llenarse... de Vida. Un saludo y sigue siendo auténtica. Buen Año 2016 refresque los labios que oxigenan la realidad de cada día.

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    1. Muchísimas gracias A. Elisa, de veras, por ver autenticidad y rebeldía, sobre todo porque para mí son dos cualidades extremadamente importantes para avanzar, en esto y en todo, y saber que las vislumbras me hace sonreír a mi.
      Un abrazo.

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