viernes, 22 de mayo de 2015

Suenas en mi radio.

Sonaba en la radio 
‘’Tangled up in blue’’, 
Dylan siempre suena bien.

Decía que aquella canción 
le había llevado diez años vivirla 
y dos escribirla, 
y pienso en ti.

En las quinientas noches que te he vivido, 
en las quinientas una que te he visto morir.

Justo en la última, que no regresaste.

Y he recordado aquello de 
‘’quien bien te quiere te hará llorar’’
y he deseado que me hubieses querido 
un poco peor durante toda nuestra historia.

Que te hubieses olvidado de los aniversarios, 
que no recordases mi talla de pantalón, 
que todos los días tuvieses que volver a contarme los lunares 
porque tus ojos son incapaces de reencontrarlos en su retina.

Que no supieses el nombre de mi primera mascota, 
y nunca me hubieses preguntado 
que quería ser de mayor cuando no era tan mayor.

Que me hubieses querido peor 
por todas las veces que me has querido tan bien.

Te habría perdonado todas las faltas de elegancia 
y hasta la ausencia de buenos modales, 
si me hubieses querido mal, 
tan mal que no me hubiesen hecho llorar las canciones de Serrat.

También me ha venido a la cabeza, 
mientras desayunaba pensando en tus piernas, 
lo de ‘’nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo que no hiciste ayer’’.
Y he recordado el montón de fotos que no nos hicimos.

No se donde guardo aquella en la que sales desnudo, 
de espaldas, 
como si todo el universo te cupiese entre los hombros, 
entre dos huesos que se miran eternamente 
sin poder besarse.

No se hasta que punto es tarde para hacérnoslas, 
o si quizás es demasiado pronto 
para pedirte que vuelvas; 
que el objetivo de mi cámara 
se muere por hacerte el amor.

También he caído en la cuenta 
de todos los sitios por los que no hemos paseado, 
y me he maldecido por no haber sacado 
a tus pies más a menudo, 
pero lo cierto es que los he recordado desnudos, 
debajo de mis sábanas, 
y he vuelto a entender porque no solíamos pasear.

Tus dedos perfectos, 
con esa caída desde el pulgar al meñique, 
que me recordaba a la perfecta inclinación 
de la Torre de Pisa.
Y toda la Toscana deja de parecerme bonita 
en comparación a tu cuerpo.

He pensado después en ‘’amor con amor se paga’’
y joder, 
si me dejas que te devuelva todo este tiempo, 
tendrás que negociar con el gato de tu tejado 
un par de vidas más.

Mientras tanto, 
yo estaré pidiéndole a Phileas Fogg 
que me enseñe como dar las ochenta vueltas a mi cama 
y acabar tropezando siempre con tus manos.
Como tropezar los trescientos sesenta y cinco días 
que tiene un año 
con la misma piedra, 
y follarnos desde el suelo, 
que cuando alguien nos hable de caídas, 
nosotros las relacionemos con gemidos.

Con poesía.

He recordado también que 
‘’quien adelante no mira, atrás se queda’’
y creo que es la forma más cobarde de confesar 
que vives en una eterna espera 
atrapada en un reloj que entiende de botones 
y ha decidido pararse hasta que te sientas mejor.

Como quien espera un puesto de trabajo 
en tiempos de crisis, 
como un suicida en busca de un motivo.

Quizás como esperaba aquella chica 
en el muelle de San Blás, 
mientras Maná le cantaba con su voz ronca, casi rota.

Porque el paso de los días vuelve ronco cualquier latido.

Y cuando estaba a punto de quedarme dormida: 
‘’el que la sigue la consigue’’.

Y entonces dime hasta donde tengo que seguirte, 
que voy a preparar la maleta.
Dime que vestido quieres que lleve, 
y que ropa interior necesitas que me ponga 
para despertarte las intenciones.

Que si para conseguir que te vengas 
a vivir a mi habitación 
necesitas que te siga 
a cada uno de tus viajes sin puerto, 
te juro que me muero por hacerte de faro.
De canción.
De destino.

Que te sigo hasta que se te duerman los miedos, 
y me dejes quererte mal 
por todas las veces que me quisiste bien, 
y hacer hoy lo que no hicimos ayer.

Prometo buscar tu foto desnudo, 
y guardarla en la retina 
con mucho más empeño del que pones tú en mis lunares.

Hasta que me dejes vivir contigo 
mirando hacia atrás 
porque todo lo de delante no tiene tus caderas.

Hasta que seas tú quien me sigas de puntillas 
devolviéndome en cada paso 
todos los domingos astrománticos 
que han sonado en mi radio 
antes de conciliar el sueño.

Y soñar contigo. 

3 comentarios:

  1. ¡¡Qué grande!! Me quito el sombrero.
    Me ha fascinado.

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    1. Oh, muchísimas gracias Joan, te recojo el sombrero con mucho agradecimiento.
      Un saludo!

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  2. Bonita forma de usar las frases de las canciones o momentos de algunas de ellas para tu poseía y que parezca que todo lo has escrito tú. Realmente impresionante. Si yo llegara hacer eso, aparte de lo horrible que sería, me mandan preso por violar derechos de autor. Je, je, je, je. Parece una exageración pero con mi suerte todo es posible. Je, je, je.

    Hermosa poseía como siempre, Amparo. ¡Saludos!

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