domingo, 10 de agosto de 2014

Poesía eres tú.

Me he descolgado de la poesía 
como se descuelga la lluvia de las nubes 
en las madrugadas de invierno, 
como se descuelga el rimmel 
de unas pestañas que lloran sin remedio.

Puede que antes fuesen las letras
mi único cobijo, 
pero hoy solo busco sobrevivir a ellas, 
que dejen de ser los versos balas 
en un campo de batalla abierto.

Nunca pretendí aprender a escribir, 
era mucho más egoísta, 
solo buscaba que fuesen las letras 
quienes me sanaran entre versos 
de Benedetti, Neruda o Bukowski.

Les pedía un rescate, una liberación, 
que montaran un campamento en medio de aquel desastre, 
y me hicieran de consuelo cuando tus manos se habían ido 
en busca de otro vuelo del que yo no era el destino.

Creo que no hay nada más cierto 
que el hecho de que aquello que no se dijo a tiempo, 
ya no se necesita escuchar; 
que las agujas se olvidan de las cuentas pendientes.

Que yo siempre he sido una escéptica de tus promesas, 
pero que bien sientan cuando las servías en bandeja 
y tus ojos me invitaban a un baile 
del que tendría que salir huyendo a las doce, 
cuando yo seguía siendo cenicienta, 
y eras tú el que se olvida de su papel de príncipe.

Dime cuantas muertes te caben en las pupilas, 
que yo ya he padecido una por cada noche 
de las quinientas de Sabina, 
y quiero saber cuantas me faltan 
para que empieces a resucitarme, 
y sea tu saliva la curación de las heridas 
que torpemente no atina a coser la poesía.

He cogido vagones de tren 
donde tus promesas y mis ganas de creérmelas, 
hacían de combustible, 
que el amor, tal vez, no sea más que eso, 
tener valor de emprender un viaje 
que no te lleve a ninguna parte.

Me he puesto frente a la poesía 
y le he plantado cara: 
no quiero olvidar el placer de desnudarle.

Y tú me oías y te reías:
¿qué haces enamorada de mí?

Y las mejores preguntas 
son aquellas que no tienen respuesta, 
que se necesita una vida siquiera 
para hacer un boceto que sirva de réplica.

Estoy haciéndote poemas 
que te escuchen en tus generaciones venideras: 
en las de las promesas, en las de los nuevos amores, 
en la de otras camas, otros orgasmos, otros miedos, 
y sin embargo, siempre mis letras, 
que se te cuelen en las venas 
y te hagan llorar ríos de recuerdos, 
hasta desembocar en el mar de los sueños 
que guardas por si un día tienes cojones de intentarlos.

¿Cómo estás? 
Preguntan las bocas que no saben de derrotas, 
y solo una, con el valor que se escapa a veces 
entre unos dientes que hacen de muralla, 
se para frente a todo lo que has olvidado que eres 
y te dice: ¿cómo te gustaría estar?.

Y sonríes, con el murmullo en tu cabeza 
de una esperanza que se viste de fiesta 
para bailar al son de la música de tus ilusiones, 
que se han vuelto locas entre historias de cuerdos 
que no derriten el hielo.

Y entonces aparece Bécquer, 
con esa eterna confianza de la poesía hecha corazón, 
persona, manos y pupilas; 
aparece con la tranquilidad que aportan unos versos 
estructurados en forma de hogar, de calidez, y pregunta, 
como si llevase toda la vida 
esperando darte cobijo entre sus letras, aquello de:

¿Qué es poesía? 
¿Y tú me lo preguntas? 
Poesía, eres tú.


4 comentarios:

  1. Y tú, querida Amparo;tú eres poesía.
    Salvador

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    1. Gracias Salvador, siempre tienes las palabras justas, en tus escritos, en tus comentarios, da igual el lugar, pero siempre son ideales.
      Con todo mi cariño,
      Amparo.

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