sábado, 14 de junio de 2014

Tiempo.

Puede que esperar a veces 
no sea más que una forma de alejarse.
Y que alejarse, no sea más que una variable de la cobardía.

A veces pienso en lo relativa que es la vida
en esos días que parecen años 
desde que has dejado de pasar la noche entre mis sábanas.
Y menos mal que me quedan las letras
y puedo hacer que vivas en ellas. 
(Hasta sin tu permiso)
En todos esos minutos 
que llevo anudados en las muñecas; 
en los segundos que mueren 
dentro de un reloj sin cuerda.
En las cientos de promesas 
que se me han cogido a los tobillos 
y no me dejan caminar.

Pero no puedo olvidar Noviembre. 
Y no se si para ti ha pasado de largo.
El caso es que yo he descubierto 
que es lo único que me queda de ti.

Los años se quedan atrás
y ya solo escucho hablar del futuro
ese próspero futuro que aparece 
en todos los sobres de azúcar
y en la boca de todos los políticos.
Y que para mi no es más 
que otra representación de tu ausencia.

Podría olvidarte.
Podría vivir sin calendarios 
y sin hablar a nadie con acento francés.
Podría hacer una maldita lista de pros y contras.
Hasta podría fingir que tú eres una elección.
Una jodida opción.

Como seleccionar que cigarrillo del paquete 
vas a fumarte primero 
o a que paquete de la discoteca 
más a invitar antes a fumarse uno.

Pero a ti no puedo mentirte
ni simplificarte dentro de una opción.
Sería como explicar que es un polvo 
con la teoría de la seminillita.
O tratar de describirle a un sordo
el sonido de uno de tus gemidos.

Aun te espero, te espero y te anhelo. 
Y la esperanza es como un cronómetro 
que se ha quedado parado y no te deja avanzar.
Y nunca muere. 
Aun cuando muere el amor. 
Y si te crees lo suficientemente valiente 
como para enterrarla, 
crecerá hasta que una noche en otra cama
explote y no te deje llegar al orgasmo.

Vente a beber conmigo. 
De la misma copa.
Y hablemos.
Que cuando el whisky es bueno
nunca parece que se esté perdiendo el tiempo

No hay comentarios:

Publicar un comentario